El apoyo a la Cicig se debe a la coherencia entre las palabras y las acciones que se han realizado, con pasos seguros y firmes, un proceso bien estructurado de largas investigaciones fundamentadas en la prueba, comportamiento cauto y mesurado. Cada paso que la Cicig y el MP han dado es sólido y dirigido a poner un alto a la corrupción existente en los tres poderes del Estado. El costo social de la impunidad es una factura que está pagando la sociedad en pleno.
Como explicó el comisionado Velásquez, “por cada quetzal del erario nacional que se desvía al bolsillo de un funcionario vía corrupción, es dinero que no se invierte en las mejoras de los servicios de salud y educación”.
Aunque Iván Velásquez tenga la mejor disposición para trabajar por el fortalecimiento de la justicia de nuestro país, él tampoco es un Superman para salvar a Guatemala. Puede contribuir, facilitar y desvelar las situaciones para que sean los propios ciudadanos quienes tomemos las riendas de nuestro país, pero si los guatemaltecos tienen también una patología enfermiza de elegir corruptazos e inmorales, y quieren seguir siendo comodones, entonces nadie podrá salvarnos. Es la obligación de todos participar, denunciando cualquier hecho de corrupción y no tolerando a los políticos que han demostrado ser verdaderos delincuentes de cuello blanco. Las reflexiones de Iván Velásquez son una invitación para que participemos activamente en poner un alto a la corrupción estructural de este país.
Personalmente he conocido a los tres comisionados de Cicig, con todos me he sentado a charlar personalmente de la situación del país, pero los juristas Castresana y Dall’Anese cometieron el error de permitir que se les acercaran muchas personas; al no ser guatemaltecos, no conocían la estructura mafiosa de este país enquistada en todos los niveles posibles —politiqueros, empresarios, dirigentes de la sociedad civil, periodistas, etc.—, e incautamente abrieron puertas que después fue imposible cerrar. Mi sugerencia para Iván Velásquez es que se fije muy bien en las intenciones de las personas que se le acercan, que no se enamore de las cámaras y de la atención mediática. Cuidado, porque algunos medios, a cuyos estudios ha ido, son propiedad de corruptos, a los que seguramente después tendrá que perseguir. Insto al comisionado Velásquez a seguir adelante, pero por favor analice los errores de sus antecesores para no repetirlos. Como lo he hecho durante siete años desde mi columna, hoy reitero mi apoyo incondicional a Cicig.
Publicado el 14 de agosto de 2015 en www.prensalibre.com por Brenda Sanchinelli Izeppi http://www.prensalibre.com/opinion/superivan
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