“No puedo sacarlos a la calle. Los cuido por el cariño que les tengo”, expresa Ubaldo Villatoro Marroquín, de 77 años, quien cada día en una carreta de madera hace mandados para agenciarse de fondos y comprar comida para los menores.
El anciano se agencia de fondos haciendo mandados con una carreta de madera, pero lo que logra reunir no es suficiente para cubrir las necesidades de los tres, pues viven en una casa en condiciones precarias y sin servicios básicos, entre otras carencias.
La humedad de la época de lluvia y zancudos invaden la casa de Villatoro, la cual se encuentra a la orilla de un barranco, en la 4a. calle C, 7- 90 zona 2 de Boca del Monte, Villa Canales.
“Mis nietos, Mynor, de 8 años, y José Villatoro, 7, nacieron aquí”, cuenta el abuelo, quien explica que los padres de los niños no se hicieron cargo de ellos porque son alcohólicos, por lo que, junto a su esposa, quien falleció hace tres años a causa de un derrame cerebral, se hicieron cargo de los dos menores.
Para llegar a la vivienda es necesario bajar entre el lodo. La pila también está a la orilla del barranco. Villatoro utiliza leña para cocinar los alimentos de sus dos nietos, quienes no asisten a la escuela, por falta de recursos.
“No puedo sacarlos a la calle —a sus nietos—. Los cuido por el cariño que les tengo”, resalta el abuelo. Para conseguir el sustento diario, utiliza su carreta de madera y hace mandados. “a veces gano Q40”, refiere.
Villatoro recorre varias calles del sector para ganar clientes, y aunque tiene dificultades para ver, afirma que no se detendrá en su lucha por los dos niños.
Sin servicios
Villatoro no cuenta con servicio de agua entubada. Una vecina le regala para que lave su ropa y la de sus nietos, así como para que prepare los alimentos, que van desde hierbas, huevos y, cuando consigue más recursos, pollo.
Una gallina y sus polluelos los acompañan en el cuarto de bloc y lámina, que fue remozado por un grupo de estudiantes.
También cría cuatro cerdos que alimenta con desperdicios que le regalan. Afirma que espera que crezcan para venderlos y agenciarse de fondos para alimentar a los niños.
La habitación donde viven Villatoro y sus nietos tampoco cuenta con servicio de energía eléctrica. Por eso, en una mesa se observa una vela con la que se alumbran por la noche. “Seis candelas uso a la semana”, refiere, y añade que el aseo personal de los niños también es parte de sus tareas.
Villatoro, originario de Joyabaj, Quiché, trabajó la mayor parte de su vida como jornalero, y a pesar de su edad, promete que velará por los niños mientras tenga fuerzas.
Cuenta que además del padre de los niños tiene otros dos hijos, que lo ayudan cuando pueden.
Los nietos
La unidad entre abuelo y nietos es evidente, aunque no faltan los regaños cuando hacen alguna travesura.
Mynor Ubaldo, uno de los niños, dijo que desea estudiar y superarse. “Ayudo a mi abuelo con la cerreta y deseo que viva más años”, manifiesta.
José Emiliano, el otro niño, expresa que cuando sea grande le gustaría manejar tráiler. Añade que por lo regular desayuna pan con café.
Glenda de Hernández, conocida de Ubaldo Villatoro, narra que este es trabajador y cada día lucha por salir adelante.
“Es un hombre ejemplar, pues no pide limosna; al contrario, trabaja para ganar el sustento para sus nietos”, afirma, y asegura que ha visto cómo acarrea verdura u otras cargas, en su carreta, para subsistir.
Don Ubaldo no tiene teléfono celular, por lo que si alguien desea ayudar se puede comunicar con Glenda de Hernández, quien es conocida del anciano y puede ayudar a ubicar la vivienda. Número 42799290.
Por Oscar García, 14 de Octubre de 2017, por Canal Antigua
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