Publicado Por Méndez Vides, el 4 de Mayo 2017, Por elPeriódico
https://elperiodico.com.gt/opinion/2017/05/04/las-reformas-de-la-discordia/
La propuesta de reformas a nuestra Constitución está dividiendo nuevamente a los ciudadanos. El patético pulso político entre grupos gratuitamente opuestos, porque no son tan diferentes como ellos creen, se opone al clima de paz.
Los anti-reforma ya se cerraron bajo el escudo de un supuesto pensamiento de “derecha”, y descalifican y repudian a sus contrarios en defensa de la soberanía y sacralizando la Constitución, porque según ellos no puede ser “manoseada”, aunque no hay acuerdo en el mundo que no pueda mejorarse, y menos una Constitución tierna, en pañales.
Del lado contrario están los pro-reforma, que van a ciegas detrás de la aprobación de cualquier cosa, declarados quizá como de “izquierda” aunque vayan contradictoriamente de la mano del internacionalismo capitalista. El argumento que esgrimen es que son el lado bueno, y bajo tal argumento quedan descalificados quienes se les oponen, tachados de defensores de la corrupción. Si no estás con nosotros, estás en contra.
El diputado Fernando Linares, por ejemplo, está librando a solas una batalla quijotesca, y se le pondría más atención si controlara su ira y evitara descalificar a sus detractores, así como a estos se les pondría más atención si no acudieran a la difamación y ataque personal al diputado, poniendo hasta en tela de juicio su salud mental. Argumentos sólidos y claros son los que nos hace falta confrontar, sin vituperios ni insultos.
Los dos lados se ladran, acusan, enfrentan, pero olvidan proceder planteando ideas de manera razonable, considerando ventajas y desventajas en el corto, mediano y largo plazo. Si lo que queremos es salir del dominio de la corrupción, debemos asegurarnos que las reformas no nos hagan ir de Guatemala a Guatepeor.
La idea del Consejo de Administración de Justicia es una bola de fuego en la mano de los diputados. Ya no se trata de pedir tiempo ni apertura para negociaciones, sino abrir al pleno todas las posibilidades, discutir y decidir pensando en el futuro. Acordémonos que el sistema siniestro se ajusta a los cambios mucho más rápido que el legal. Más tardan los informáticos en poner sellos a la piratería, que los piratas en romperlos. Lo que debe privar es el interés colectivo nacional.
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