Desfachatez al volante

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Publicado por Prensa Libre el 02 de septiembre 2016 por Jorge Jacobs

 

 

http://www.prensalibre.com/opinion/opinion/desfachatez-al-volante


El nepotismo es uno más de los tantos males que los guatemaltecos hemos tenido que soportar, aparentemente desde siempre, en la administración pública. Por lo visto, los mandatarios actuales no serán la diferencia.

 

En lo que parece que sí va a destacar esta administración es en el cinismo y desfachatez con que lo apañan.

 

Se lleva el premio el vicepresidente Jafeth Cabrera con su respuesta: “Son tantos en mi familia que no los puedo dejar sin comer…” Indistintamente de que sean o no ciertas las acusaciones, su respuesta denota la forma de pensar del funcionario, lamentablemente compartida por muchas personas: el Gobierno es un botín y cuando logran echarle mano tratan de exprimirlo al máximo en el menor tiempo posible.

 

Según la nota al respecto de un noticiero radial, el vicepresidente llegó al extremo del descaro al decir que el caso de sus parientes no era nepotismo porque, según la Real Academia Española, “nepotismo es cuando el funcionario los juramenta”. O sea que, según él, una vez no los haya juramentado no hay problema. No sé qué versión del DRAE habrá consultado el vicepresidente, porque por lo menos en la versión actual solo tiene una definición: “Desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las concesiones o empleos públicos”. Pero aun si estuviera su definición, su aplicación literal solamente reflejaría la visión del vice de que con solo evitar un requisito burocrático se puede ocultar el verdadero sentido de los nombramientos.

 

Pero la desfachatez no es patrimonio exclusivo del vicepresidente; el presidente no se queda atrás. En declaraciones que dio la semana pasada dijo que si algún pariente suyo ha sido contratado en el Gobierno es responsabilidad de quien lo contrató. Esa es una forma muy fácil de zafar bulto —bajo la misma premisa del DRAE imaginario del vice—, pero lo cierto es que, aunque no lo haga directamente, todos sabemos la influencia que tienen los mandatarios dentro de la administración pública.

 

Nada les hubiera costado, por ejemplo, responder que no estaban al tanto de los casos pero que iban a investigar y si, en efecto, se habían dado nombramientos incorrectos corregirían la situación. Pero no, se dieron el tupé de defender los nombramientos bajo excusas indefendibles.

 

El descaro con que han respondido sobre este tema creo que es indicio de un mal mayor: ya se les subió el mandato a la cabeza y se creen por encima de las críticas y cuestionamientos. Uno esperaría que en las actuales circunstancias del país los mandatarios no caerían en ese grave error, pero apenas unos meses fueron suficientes para que perdieran contacto con la realidad.

 

Por otro lado, creo que es un buen caso para que las personas entiendan que la mayoría de personas que anhelan llegar a un cargo público lo hacen porque creen que es un botín muy fácil de expoliar.

 

¿Para qué complicarse la vida convirtiéndose en delincuentes hechos y derechos si pueden vivir muy bien a expensas de los tributarios, con solo lograr un puesto en el gobierno, sin tener que trabajar ni esforzarse por el resto de sus días?

 

De ahí que vemos cómo cada cuatro años se incrementa la planilla del Gobierno, por todas las personas vinculadas con los nuevos mandatarios y sus partidos que llegan a reclamar el “derecho” a una plaza. Por ello no nos debe extrañar que también cada cuatro años nos salgan con la cantaleta de que tienen que subir los impuestos porque no les alcanza el dinero. ¿Y cómo les va a alcanzar así?

 

Quizás no es delito contratar más gente solo porque sí, incluidos familiares, pero de que es corrupción lo es.

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