Publicado por www.elperiodico.com.gt el 02 de septiembre de 2016 por Silvia Tejeda
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El auténtico liderazgo femenino sí existe en Guatemala.
Tanto Anabella de León como Roxana Baldetti nunca se imaginaron que atrás de la trayectoria de su participación política estábamos miles de mujeres muy atentas y con una gran esperanza de ser representadas por mujeres dignas y honestas que aprovecharían las oportunidades de sus cargos para luchar por las causas histórico-políticas que más afectan la vida de millones de niñas y mujeres guatemaltecas. Pero, según se observó, esos temas nunca estuvieron en sus agendas de trabajo y nada de eso obtuvimos de su gestión: Ni Anabella como diputada hizo algo en ese sentido. Solamente se dedicó a viajar y a impulsar su carrera de diva, anacrónica. Y en su cargo de Registradora de la Propiedad, se descontroló nombrando plazas fantasma y sobrecargando el precio de un evento social que no se realizó. El resultado ha sido que se le hayan llevado esposada por sospechosa. Para describir el insaciable impulso de Baldetti por recolectar millones de dólares para su beneficio personal y el de su pareja gubernamental, ya no existe en este artículo espacio, pero sí para opinar sobre el daño que a las mujeres con aspiraciones de participación política, eso el triste papel tan inmoral que hizo.
Así también estamos hoy desencantándonos de la equivocada participación de algunas diputadas de quienes se vislumbra ya, que llevan bajo la manga la búsqueda de oportunidades para practicar el nepotismo, servirse con plazas fantasma y aprovecharse de su posición para pescar al aire cualquier chance de enriquecimiento que se les pase por una votación o un conecte. Lo primero que habría que democratizar y preguntarse: ¿Cuál es la forma en que los partidos políticos escogen a las mujeres que participan en las decisiones políticas?
En el Congreso de la República, si no fuera por la excepción que ha marcado Ninet Montenegro, a través de los años, y el paso de Rosalina Tuyuc, Arabella Castro, Otilia Lux, Norma Quixtán, Rosa María de Frade y otras pocas, otros miles de mujeres nos sentiríamos indignamente representadas por personajes que saben insultar muy bien, pero que no dejan ahí otras huellas más significativas. Estoy segura que doña Rosa de Mora, Blanca Luz Molina de Rodríguez, y Josefa Castro –por nombrar diputadas capaces y dignas–, se volverían a morir si vieran las trifulcas y los insultos que saben asestar muy bien sus sucesoras actuales.
La participación de algunas mujeres en los altos cargos gubernamentales representa hoy un tema que necesita ser analizado para que en el futuro, mujeres inmorales, oportunistas y ávidas de riqueza, equivocadamente formadas, no participen como candidatas a optar cargos públicos. Lo mismo recomendaríamos para los hombres, pero en este caso es oportuno referirse concretamente a dos mujeres: Roxana Baldetti y Anabella de León –por coincidencia ambas militantes del PP–, sumándoles sus séquitos de colaboradoras y alguna que otra diputada que utilizan sus cargos para enriquecerse ilícitamente, siempre aprovechándose de los resquicios que su trabajo les deja para cometer actos ilícitos, burdamente barnizados. O bien, porque se creen las madonas del sex appeal capaces de seducir al más jefe de jefes del lugar donde se desempeñan.
En el futuro, será, entonces, decisión de los dirigentes políticos, cuando de escoger mujeres y nuevas candidatas se trate, por lo menos, pasar a sus allegadas por el polígrafo, y darles la oportunidad de participar en los partidos haciendo sándwiches, ya que con nombres y apellidos les están demostrando otras instituciones, el perfil de las chicas que impulsan.
El auténtico liderazgo femenino sí existe en Guatemala, está representado en cientos de mujeres esforzadas, profesionales, líderes comunitarias, líderes estudiantiles, industriales, emprendedoras, que tienen una trayectoria para identificarse y entender la situación de las mujeres y las niñas. Mujeres que pueden participar en sacar adelante la situación del país, pero eso sí, no son mujeres serviles al poder del machismo, ni ajustan con su cuerpo lo que con su cabeza no pueden pensar. ¿Se animarán, las próximas elecciones los partidos políticos a cambiar el perfil de sus candidatas o, por su conveniencia sempiterna, nos seguirán imponiendo más de las mismas?
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