La reserva de bosque nuboso más grande de Centroamérica, está en peligro.
Las más recientes noticias dan cuenta que en Petén, 14 incendios consumieron cerca de 8 mil hectáreas de selva. Muchos de ellos provocados por grupos organizados del narcotráfico que utilizan estos terrenos para actividades ganaderas y la construcción de pistas para el trasiego de droga.
Sin embargo, hay otra región donde los incendios han consumido ya 5 mil hectáreas de reserva natural y poco de esto se ha dicho. Se trata de la reserva natural de la Sierra de las Minas.
La Sierra de las Minas es una cordillera situada en el sudeste de Guatemala, cruza los departamentos de Baja Verapaz, Alta Verapaz, El Progreso, Zacapa, e Izabal. Debe su nombre a que desde tiempos inmemorables se conoce por sus depósitos de jade y mármol. Sin embargo, en 1990 fue declarada reserva natural y por ende, protegida. Hoy es la reserva de bosque nuboso más grande de Centroamérica y está en peligro.
Mientras que en algunos lugares la tala ilegal tiene tras de sí factores como el narcotráfico y el comercio ilegal de madera, en la Sierra de las Minas pareciera que es más uno de subsistencia. Pues es aquí donde grupos de campesinos, que viven en la miseria, queman grandes extensiones de terreno para la siembra de maíz.
Al día de hoy se han perdido hasta 5 mil hectáreas de bosque nuboso, pero lo más preocupante es que otras 9 mil se encuentran en alto riesgo. Los daños a los ecosistemas y a las actividades económicas ascienden a Q20 millones mensuales y de seguir así, la cifra podría llegar a los Q56 millones mensuales.
La pregunta obligatoria que debemos hacer es: ¿qué ha llevado a que el grado de depredación haya aumentado en los últimos años en la Sierra de las Minas?
Y la respuesta es clara, la AUSENCIA DEL ESTADO.
Un Estado incapaz de atender las necesidades de la población, la cual se ha volcado a la agricultura de subsistencia, la invasión y la destrucción del patrimonio nacional.
Lo dramático del caso y donde las autoridades deben actuar inmediatamente es en el hecho de que solo diez agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) y dos patrullas, divididas en dos turnos, se encuentran en esta importante reserva. Además, no hay oficinas del Ministerio Público (MP) y tampoco presencia del Ejército, lo cual se convierte en el caldo de cultivo perfecto para que grupos del crimen organizado y el hambre de un pueblo se desborden y apliquen la ley de la selva.
Y mientras tanto, ante el olvido y la indolencia de las autoridades, el valle del Polochic arde en llamas y es depredado como nunca antes.
Los 2 mil 426 kilómetros cuadrados de reserva están bajo la tutela de la organización Defensores de la Naturaleza, sin embargo, la falta de apoyo del Estado y la carencia de recursos ha puesto en riesgo este tesoro natural de los guatemaltecos y uno de los últimos pulmones de Centroamérica.
Cada año, la cobertura forestal de Guatemala se reduce. La corrupción, la falta de planes de desarrollo y el incremento de la pobreza se han convertido en la combinación perfecta para que quienes no tienen escrúpulos y operan negocios ilegales, encuentren en los más desposeídos eco para sus operaciones ilícitas.
Hoy que Guatemala está en la ruta del cambio, debemos recordar que sin un lugar para vivir de nada sirve llevar a cabo esta transformación. Nuestro entorno es la fuente de nuestra riqueza y si acabamos con las pocas áreas de selva y bosque que nos quedan, heredaremos un país devastado por el hambre, la miseria y un cambio climático que no perdona.
Un llamado al Gobierno del presidente Jimmy Morales, a la fiscal general Thelma Aldana y a las fuerzas de seguridad para vean este drama silenciado, antes de que nuestra principal reserva muera.
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