Al licenciado Miguel Ángel Gálvez lo conocí cuando era juez de primera instancia en Chiquimula. Igual que ahora, estaba amenazado. Los casos que llevaba en el juzgado lo colocaban en una situación peligrosa. A pesar de las amenazas el juez continuó con su labor sin amedrentarse.
Varios años después fue nombrado juez de primera instancia penal de competencia ampliada, nombre oficial de los juzgados a los que llamamos de mayor riesgo, que se abrieron para atender casos de alto impacto y garantizar la seguridad de fiscales, defensores, víctimas, testigos, jueces e imputados. No me extrañó que la Cámara Penal lo haya designado para ser uno de los titulares, tenía todas las credenciales.
Han sido numerosos los procesos que ha conocido el juez Gálvez desde que estas judicaturas abrieron. Fue él quien dio luz verde para que se juzgara a los militares señalados de genocidio y a los responsables de esclavizar laboral y sexualmente a las mujeres de Sepur Zarco. Sus resoluciones han impedido la aplicación de la amnistía para delitos de lesa humanidad y le han puesto un alto al litigio malicioso.
También ha conocido procesos en contra de pandilleros, narcotraficantes, asesinos y violadores en serie. A partir de la aprobación de la Ley Contra la Delincuencia Organizada se ha ocupado de juzgar a integrantes de redes criminales y ha autorizado el uso de métodos especiales de investigación, como las escuchas telefónicas, para garantizar una investigación y persecución penal efectiva.
Sin embargo, fue el caso La Línea el que lo colocó en el centro de la atención pública. La cobertura periodística permanente de los procesos contra la red de Pérez Molina y Baldetti Elías permitió a la ciudadanía conocer el trabajo de un juez honorable, independiente y valiente. Seguramente muchas personas han podido comprender —gracias a sus intervenciones y didácticas explicaciones— cómo funciona el Derecho Penal en Guatemala.
Al juez Gálvez lo acompaña una impecable trayectoria profesional. Además del título de abogado y notario es maestro en Derecho Penal y Procesal Penal, lo que le ha permitido sustentar sus resoluciones, muchas de las cuales, al ser apeladas, han sido confirmadas por tribunales superiores. Pero más allá de eso, Miguel Ángel Gálvez tiene un compromiso con su país, que cumple cotidianamente impartiendo justicia de manera independiente e imparcial. Y eso se agradece.
Cuando la exmagistrada Claudia Escobar denunció las presiones que recibió del PP para dictar una resolución que garantizaría su reelección, un grupo de jueces y juezas valientes la acompañaron y exigieron transparentar el proceso y dar marcha atrás con lo actuado por las comisiones de postulación. Uno de ellos fue Miguel Ángel Gálvez. Esa tarde se abrió una pequeña ventana de oportunidad y esperanza en el medio de la oscuridad de un sistema cooptado para garantizar impunidad.
Desde entonces mucha agua ha corrido debajo del puente y las investigaciones de la Cicig y el MP han demostrado que aquella denuncia era real y bien sustentada. Hoy dos miembros de la CSJ están siendo investigados por corrupción y tráfico de influencias y un juez honorable está siendo amenazado por sus actuaciones.
Nos toca a las y los guatemaltecos luchar por la independencia judicial, lograr que las judicaturas estén a cargo de jueces probos y honorables. Nos toca ponernos del lado de la justicia, del juez Gálvez y de los jueces y juezas valientes, para que nadie se atreva a tocarlos. Licenciado Miguel Ángel, estamos con usted.
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