LOS DIPUTADOS TIENEN mala memoria. Ya no recuerdan el inicio, hace un año, de las marchas cívicas causantes de la defenestración de Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti. De esa época para acá, a pesar de las elecciones generales y un cambio parcial en la nómina, las actuaciones del cuerpo legislativo parecen solo haberse demorado un poco para asumir la acostumbrada rutina y de alguna manera, desafiar la furia ciudadana. Esta, si pudo acabar con un presidente, bien puede exigir la depuración de ese organismo del Estado, repleto de actos bochornosos y preocupantes, entre los cuales el más reciente tiene como principal actor al multitránsfuga diputado Juan Giordano, agregado al partido oficial por evidentes razones numismáticas.
ESTE PERSONAJE evidenció su lamentable y paupérrimo nivel político en el Legislativo cuando alguien filtró a la prensa el intercambio de mensajes con el jefe de la bancada, Javier Hernández, también ejemplo de incapacidad y de escaso criterio, rayano en la estulticia. Giordano, un jovenzuelo representante, tuvo la brillante idea de enviar mensajes electrónicos a Hernández, en los cuales afirmaba necesitar “unos cuantos guerreros” para “hincar” al gobernador marquense. Los tres pertenecen al partido oficial, cada vez más claramente convertido en el peor enemigo político del presidente Jimmy Morales, quien por otra parte tampoco cuenta con la ayuda del vicepresidente Jafeth Cabrera, cuyas declaraciones no suelen ser afortunadas.
LA LISTA DE DESATINOS SIGUE aumentando. Hace dos días y asumiendo un papel totalitarista, los parlamentarios rechazaron el veto presidencial a la iniciativa legislativa de enviar a prisión a los funcionarios si no comparecen ante el Congreso para someterse a interpelaciones. Si bien la figura es importante como mecanismo democrático, las últimas legislaturas se encargaron de desacreditarla al convertirla en una fórmula para coaccionar y presionar al Gobierno, impidiendo trabajar a los ministros. Son ejemplos las acciones de Baldetti cuando era diputada contra los miembros del gabinete de Colom, o del diputado liderista Villate y su camarilla de compinches usando hasta altoparlantes para acosar durante meses a los ministros de Pérez Molina.
HAY OTROS CASOS: EL DEL actual ministro de Salud, doctor Alfonso Cabrera, quien cometió el error político de denunciar presiones de los diputados para contratar personal, pero no dio los nombres de quienes chantajean sin miramiento alguno a cuanta autoridad o ciudadano se interpone entre sus intereses. Un caso similar es el de la gobernadora de Alta Verapaz, Estela Ventura, quien fue coaccionada en una reunión con la bancada oficial, realizada a escondidas, y de la cual esta funcionaria salió llorando. La variopinta banda de diputados oficialistas ha perdido todo contacto con la realidad política del país. Abusando del poder que la ley les concede y están en el plano de descarados extorsionistas, a solo y menos de una semana del tercer mes de su mandato.
EL PRESIDENTE MORALES tiene la posición más difícil: como se lo advirtió hace pocas semanas el diputado Hernández, el partido oficial encabeza la oposición y por eso a nadie sorprenderá cuando surja una alianza del oficialismo y la UNE contra el Ejecutivo, quien a pesar de sus múltiples errores, aún mantiene un apoyo popular, sobre todo en los sectores desposeídos. Si se mantiene esta situación, no se puede descartar la posibilidad de manifestaciones populares con la exigencia de depurar al Congreso, como ocurrió en la época de Ramiro de León Carpio. Pero tampoco se puede hacer a un lado la teoría de una conspiración de su supuesta propia gente contra el mandatario, con la idea de desesperarlo y orillarlo a la salida de la renuncia.
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