Arrogancia MIOPE

3

“Si no estás dispuesto a morir por ella, saca la palabra Libertad de tu vocabulario”. Malcolm X

Cuando sucedió el ataque a las torres gemelas, ese nefasto 11 de septiembre del 2001, el mundo libre quedó en shock, o al menos la gran mayoría. Muy pocos en Washington pensaron que alguien jamás se atrevería a atacar a la súper poderosa Unión Americana, al omnipotente Estados Unidos de América, y no prestaron oídos a quienes se los advirtieron. No existe peor ciego que el que no quiere ver. ¿A qué viene ésto? Lean éste comentario y saquen sus conclusiones: “Ah generación de doble moral, cuando el imperio educó, entrenó y armó al ejército y estuvo del lado de la oligarquía durante el Conflicto Armado para que cometieran los crímenes de lesa humanidad (por los que el primero ya rinde cuentas ante la justicia y la Historia), todo estaba bien mientras resguardaran sus innobles privilegios de clase, hoy, que en carne propia sufren las consecuencias de aquel refrán que dice “Mal paga el diablo a quien bien le sirve”, todo está mal, el imperio es malo, el imperio viola la soberanía, el imperio se entromete. Muy pronto esa oligarquía también estará ante la justicia por sus crímenes y ahí estará otra vez el embajador yanqui cuando las condenas sean pronunciadas…Justicia le llaman algunos, para mí y para millones de guatemaltecos eso hace que, al menos por hoy, el embajador gringo nos sea grato, muy grato.”

Que se necesita para que el sector privado entienda que no se puede quedar bien con Dios y con el diablo. Para que abran los ojos y comprendan que todos esos ex guerrilleros y su descendencia que hoy día les sonríen tienen su agenda bien guardadita, y lo que quieren es asegurar su muy holgada vejez a base de recibir dinero ajeno, resarcimientos obscenos e injustificados. Y lo peor es que no la ven venir. Ni cuenta se quieren dar de que hoy son los uniformados los juzgados, y mañana serán los que esos parásitos llaman “oligarcas”. La izquierda ha invertido en vender una imagen horrible de los empresarios y de los militares, tanto en Washington, como del otro lado del charco, en Ginebra, en Estocolmo, Oslo, París, encontrando públicos poderosos y receptivos a sus lamentos. ¿Cuánto ha invertido el sector privado para contrarrestar esa mega campaña tan bien orquestada? La respuesta es, nada.

Nos quieren clavar una deuda de Q33 millones por el caso Sepur Zarco, que sumada a la de US$260 millones que la Corte Interamericana de Derechos Humanos nos recetó en el 2015, más lo que falta de pagar de los Q200 millones por Chixoy, y eso sin contar la deuda pública nacional y la deuda pública con el exterior, señores, estamos mal parados. Nos estamos dejando pisotear e imponer todo esto, y ni crean que allí termina la feria. Nos estamos dejando mangonear, como si ellos, los principales promotores de éste abuso, le hubieran pagado el equivalente en su moneda nacional a los miles de descendientes de las tribus que fueron masacradas durante la conquista de lo que ahora es su país. Ah, pero los decapitados, desmembrados y demás horrendos crímenes que sus antepasados cometieron no cuentan, porque no existían los derechos humanos. No firman el Estatuto de Roma, por temor a sus propios crímenes de guerra. Oh, pero nos pasan a nosotros las facturas de una guerra que peleamos entrenados y dirigidos por ellos mismos. O que, ahora nos dirán que nosotros “inventamos el agua azucarada”.

Y mientras tanto, los resentidos, los parásitos y los incautos (bien intencionados, sin duda, no me permito dudar de su buena fe y nobleza de espíritu) que han comprado el discurso de que todos los males son culpa del sector privado y del ejército que sólo buscan matar a todos los pobres sea de hambre o como sea, y que el ideal es Cuba, o Corea del Norte, o Bolivia, o quien sabe cual de todos los países tras cortina, sigan con su cantaleta, los vividores seguirán parasitando. Lo triste es que esos parásitos se nutren de los muchos que en su frustración aplauden esta vendetta, y que son gente que trabaja, que ha quizás estudiado en la universidad, que luchan día con día por superarse y mejorar sus vidas, pero que no logran salir del atolladero económico en que se encuentran. Muchos son jóvenes que resienten la falta de oportunidades laborales, las remuneraciones bajas, y que quizás ven a sus jefes despilfarrar, y vivir con extrema bonanza. Jóvenes desencantados, que no creen en el discurso que dice que si crece la economía, aumentan las posibilidades de que consigan un mejor empleo. Que si tienen acceso a una mejor educación, pueden optar por puestos mejor remunerados. Es a esas personas a las que el sector privado y el gobierno debiera atender con mayor atención. Mejorar las oportunidades de esos jóvenes desencantados y desmotivados cambiaría el odio y el resentimiento por esperanza y concordia. Invertir en nuestro pueblo terminaría con las posibilidades que tienen los parásitos que viven del odio y la ponzoña, de continuar nutriéndose de ese resentimiento. Y sin duda, invertir en mostrar la verdadera cara de Guatemala, que no es una de resentidos y asesinos. Guatemala es mucho más que enemigos que se masacran, Guatemala es un país de gente que desea trabajar y vivir en paz y libertad. Quizás así podría nuestro hermoso país realmente superarse, ser libre y democrática.

Publicado en www.republicagt.com el 24 de Febrero 2016 por Betty Marroquin

http://www.republicagt.com/opinion/la-sacra-libertad-de-expresion/

No Responses

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *