
Locke explica que un hombre puede destruir a otro que le hace la guerra, por las mismas razones que puede matar a un lobo, o a un león que lo ataca. Porque los hombres así no tienen más regla que la de la fuerza y la violencia.
En esta columna estuve así de cerca de cometer el error de oponerme a la pena de muerte en el supuesto de que las existencias de los delincuentes que cometen –premeditadamente– crímenes horribles, de esos que causan gran sufrimiento físico y psicológico a sus víctimas, a sus familiares y a sus amigos, son vidas humanas. Eso hubiera supuesto, el error, de que la existencia de los que asesinan y violan a una niña (por ejemplo) es igual a la vida de la niña, y a las de sus padres, sus hermanos, y sus amigos que viven pacíficamente.
Proteger la existencia de reos peligrosos como los que asesinaron a un repartidor de agua en el Preventivo de la zona 18, hace unos días, es una injusticia no solo para el repartidor, sino para las víctimas anteriores y para las víctimas futuras de aquellos criminales que… no te engañes, no se están rehabilitando en aquella prisión.
Es cierto que la vida humana debería ser respetada absolutamente y que nadie debería tener la facultad de dañarla; pero desde la perspectiva de Locke –que comparto– cuando un grupo de criminales asesina a una persona inocente, no como consecuencia de un impulso apasionado y momentáneo, sino de forma premeditada, los criminales se ponen en “estado de guerra” y deben ser tratados como criaturas peligrosas y dañinas.
La pena es la consecuencia jurídica de la declaratoria de un “estado de guerra”; y –en justicia– debe ser proporcional a la naturaleza de la destrucción causada.
Publicado el 19 de febrero de 2016 en elperiodico.com.gt por Luis Figueroa http://elperiodico.com.gt/2016/02/19/opinion/por-que-apoyo-la-pena-de-muerte/
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