Toda ley perversa se conoce por sus Considerandos. En este caso, cuatro de ellos apelan a los principios del estado-benefactor (estatismo) al considerar como “obligación del Estado y de las municipalidades propiciar el desarrollo social, económico y tecnológico”, a dotar de “protección especial la vivienda popular”, a “establecer un modelo de gestión territorial que articule […] la sustentabilidad” y a “promover el desarrollo integral e inclusivo” dados “los desequilibrios estructurales y brechas” existentes. Querer resolver estos males y necesidades con más gobierno es como intentar apagar un incendio con gasolina.
Todos esos problemas tienen su origen precisamente en el exceso de gobierno. Su intervención en la esfera privada de las personas, el paternalismo, los privilegios, la planificación centralizada y su ineptitud para garantizar la vida, la libertad y la propiedad privada son la única causa de aquellos males.
La creación de otro Ministerio, uno de Vivienda y Ordenamiento Territorial, significará el pago de personal, su burocracia correspondiente y el incremento del presupuesto nacional vía impuestos, bonos y préstamos. Crecerá la deuda pública mientras el valor adquisitivo de tu quetzal disminuirá por los inminentes efectos de la inflación y demás fenómenos económicos que vienen aparejados con la disminución del ahorro y las inversiones. La corrupción crecerá, que no te asombre.
Expropiar para redistribuir. Ese es el objetivo que subyace a esta perversa ley y como no lo lograron los mismos ideólogos y planificadores centrales con la Ley de Desarrollo Rural Integral (iniciativa 4084), lo intentarán con esta. Este pendiente social, el de la “distribución” de la tierra, ciertamente significó mucho retraso institucional para Guatemala y toda América Latina. La colonización de la América hispana, a diferencia de la colonización de la América inglesa, ocurrió sobre instituciones muy diferentes. En la primera prevalecieron la lógica burocrática, expoliadora, de privilegios y bienes públicos. En la segunda, por el contrario, la propiedad privada, el emprendimiento y el comercio. Esta es la razón histórica de nuestro retraso pero no podemos quedarnos anclados en él. Debemos superarlas empezando por reconocer qué instituciones económicas favorecen la prosperidad y cuales no. Definitivamente la expropiación, la planificación centralizada, los privilegios y el paternalismo estatal para nada van en esa dirección.
Uno de los Considerandos apela a la Política Nacional de Cambio Climático; una política igual de perversa fundada en la corrupta teoría del cambio climático provocado por el ser humano auspiciada por la ONU y sus agencias. Sobre ello ya he dicho mucho por lo que sólo me resta invitarte a visitar la campaña de Rana sobre Realismo Climático http://redrana.org/index.php/Realismo_clim%C3%A1tico_en_Paris lanzada en diciembre pasado. Ese fraude, mucho menos, justifica que los gobiernos amenacen con violar tu derecho sobre el uso de tu propiedad cuando solo a ti corresponde decidirlo.
Sobre la parafernalia del ordenamiento territorial opinaré en mi próxima y última columna. Recogeré algunos conceptos y propuestas sobre cómo deben ordenarse, o quizás refundarse las ciudades. Apelaré a los hechos y la historia, la cual nos muestra, por ejemplo, cómo la ciudad de Houston no tiene un Plan de Ordenamiento Territorial ni una zonificación que obliga los usos de la propiedad y no por ello es una ciudad caótica y desordenada.
No te dejes engañar estimado lector. Rechaza con fuerza esta iniciativa de ley exigiendo a tus diputados su voto en contra, difundiendo en redes sociales tus puntos de vista y recordando a este puñado de planificadores e ingenieros sociales lo que Bastiat algún día pensó de ellos: ¡Miserables los que se creen tan grandes, y juzgan a la humanidad tan pequeña, que quieren reformarlo todo! ¡Que se reformen ellos mismos, esa tarea debe bastarles!”.
Publicado el 09 de febrero de 2016 en www.republicagt.com por Jorge Chapas http://www.republicagt.com/opinion/ordenamiento-territorial-ii/
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