
Sylvia Gereda
Alejandro Sinibaldi y el Congreso deben ser depurados e ir al único lugar que merecen: la cárcel.
Y me limito a transcribir lo que he visto en más de una década de su transitar por los gobiernos y Congresos más corruptos y nefastos de la historia.
A Sinibaldi le decían el Ministro Choca, por el 25 por ciento de comisión que cobraba a los contratistas corruptos o urgidos de pago para sus millonarias obras. Acá, tanto Sinibaldi como el sector constructor pecaron y ahora callan juntos. Aunque surgen pruebas y testigos que pronto saldrán a la luz.
Sin embargo, lo que sí ha sido notable es el cambio abismal de un simple gerente de hoteles a un influyente ministro del Instituto Guatemalteco para el Turismo (Inguat), para luego pasar a otra liga como diputado y ministro donde los excesos y el derroche se volvieron su forma de vida.
En Río Dulce lo hemos visto a cuerpo de rey con tripulación de punta en blanco sirviéndole en su millonarioyate de magnate; en Muxbal, su mansión esconde las más exquisitas y costosas piezas de arte; en Marina del Sur, otra mansión fuera de proporción exhibe afición y complejo por mostrar sus carencias; y más recientemente, la adquisición de codiciadas fincas de ganado y palma africana lo convierten en otro de los repudiables políticos que viven como realeza, mientras que la red vial de Guatemala terminó de colapsar en los últimos cuatro años de su gestión.
El año pasado, la intentona de Sinibaldi por llegar a la Presidencia, utilizando millonarios fondos del Estado, fracasó gracias al repudio de un pueblo que dijo no más al corrupto régimen del Partido Patriota. Pero el dinero y sus influencias en la política lo llevaron a formar un partido fachada, Movimiento Reformador (MR) que serviría de guarida para mafiosos.
Luego de ser vapuleado en redes sociales y ver a sus socios patriotas tras las rejas, Sinibaldi declinó y estuvo a punto de entregar la Presidencia al expresidiario Alfonso Portillo.
Así es Sinibaldi, un sinvergüenza. En las últimas semanas, los periodistas supimos de sus trances, sus juntas mafiosas y la compra de diputados, con el único fin de conseguir el poder en la Junta Directiva y presidir ocho comisiones legislativas. Sinibaldi aprovechó su bancada de 20 diputados tránsfugas y se unió para operar en el Congreso bajo la experiencia mafiosa del Frente Republicano Guatemalteco (FRG): Arístides Crespo, Ivan Arévalo, Ronald Sierra, sumados a la operatoria de otros eferregistas no electos como Luis Fernando Pérez y Fernando Sosa, quienes se encargaron de sumarle a su bancada tránsfugas del PP y de Libertad Democrática Renovada (Lider), comprando voluntades de estos vendepatrias.
Esto sumado al pequeño grupo que aún maneja Portillo en el Congreso y otros corruptos de la Gran Alianza Nacional (Gana) como Rubén Mejía y Carlos Alberto Martínez, hijo de Martínez Loaiza. Ellos fueron suficientes para realizar una alianza con Sandra Torres y llevar al dinosaurio Mario Taracena de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) a la presidencia, al tiempo que el MR conseguía el control del Congreso.
A Sinibaldi se le olvida que Guatemala ya no es la misma, este país desde el 16 de abril del 2015 cambió su historia, salió a la calle y ejerció su poder ciudadano. Nada de lo que haga a las espaldas del pueblo, así sea salir en su cuenta de Twitter negando su involucramiento en el MR, podrá hacer que los chapines le creamos. Estaremos atentos a cada uno de sus pasos.
Publicado el 04 de febrero de 2016 en contrapoder.com.gt http://contrapoder.com.gt/2016/02/04/politicos-que-no-pueden-olvidarse/
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