El Sindicato de Trabajadores del Congreso de la República (Sintracor), que es el mayor sindicato del Organismo Legislativo, a través del secretario general de este, Alfredo Tumax, se pronunció en el sentido que está dispuesto a renegociar el pacto colectivo de condiciones de trabajo celebrado entre el Congreso y el Sintracor, y con que los salarios de los empleados del Congreso no superen los de los diputados, pero sin que se reduzcan los ingresos mensuales de los trabajadores, sino que mediante el muy conveniente incremento del ingreso de los diputados.
Esto casualmente coincide con la queja del presidente del Congreso, Mario Taracena, en el sentido de que, a su juicio, no es lógico que haya trabajadores del Organismo Legislativo que ganen más que los congresistas. O sea que lo que les duele a los diputados es que ellos ganen menos que los trabajadores y no que estos estén ganando demasiado.
Por tanto, lo que efectivamente quieren Taracena y su combo es que se aumente la remuneración de los diputados por encima de lo que gana el mejor pagado de los trabajadores del Congreso y no que se bajen los ingresos de estos. ¡Cabal tu pisto! Ya cachamos.
Y para que no digan que son ellos (los congresistas), un sindicalista plantea el aumento para los esforzados diputados. ¡Alerta guatemaltecos! Ahora ya está claro que los diputados nuevamente van detrás de un aumento de salarios para ellos y de que se les pague indemnización al finalizar el respectivo período legislativo, por “despido injustificado”. ¡Qué tal!
En todo caso, debemos exigir, con energía, que se reduzca el presupuesto de gastos del Congreso a la mitad y que la Corte de Constitucionalidad declare inconstitucional y sin vigencia el mencionado pacto colectivo de condiciones de trabajo.
Por otro lado, si bien los congresistas aprobaron, con bombos y platillos, la reforma de la Ley Orgánica del Organismo Legislativo en el sentido de sancionar a los diputados tránsfugas, mediante la imposición de limitaciones a optar a cargos en el Congreso (que podría ser incompatible con la Constitución), se reconocen todos los cambios de partido que se hubieren producido antes de la vigencia de dicha reforma.
De esa cuenta, casi la mitad del número total de diputados ya se cambió de partido y, por lo que se ve, todavía habrá más tránsfugas hasta el respectivo día de vigencia de la ley indicada. ¡Qué burla para el Pueblo de Guatemala! No nos queda más que manifestar con contundencia nuestro rechazo a las prácticas de la “vieja política”, que domina el Congreso. No nos equivoquemos.
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