Honorables diputados

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No hay fecha que no se cumpla, plazo que no se venza, ni deuda que no se pague.

El día 4 de febrero del 2012, publiqué en estas páginas de elPeriódico un artículo que titulé Diputados dignidad o depuración. En él hacía un llamado a los diputados a que se comportaran con dignidad o que vendría la depuración. Les decía que representaban al pueblo y que quedaban muy mal ante sus representados. Creía yo que con el gobierno de Álvaro Colom y Sandra Torres la política y el país habían tocado fondo. Ese era el sentir popular. Qué equivocados estábamos. Todos, incluso muchos diplomáticos, celebrábamos esperanzados el triunfo del Partido Patriota, con Otto Pérez Molina y Roxana Baldetti Elías a la cabeza. Con esa esperanza en mente exhortaba yo a los diputados a recuperar los valores morales, esos que nuestros padres nos legaron; todos creíamos que esos “honorables” se comportarían con dignidad y que llegaban al Congreso a trabajar. Nada más alejado de la realidad. Los diputados demostraron, en su mayoría, no tener dignidad y fueron esos años del 2012 al 2015 los de la mayor desvergüenza y latrocinio en el Legislativo. Decía yo a los diputados que retomaran los valores, esos de los que nos hemos sentido orgullosos los Chapines, o vendría la depuración. Pero pasaron los años y todos los diputados, unos por acción y otros por omisión, fueron responsables de la debacle a la que llegó el Congreso. Tuvo que llegar la caída del sistema de partidos políticos, la renuncia y captura de los desvergonzados presidente y vicepresidenta de la República. Hubo que encarcelarse a toda clase de funcionarios de los tres poderes del Estado, gracias a la constante denuncia hecha por la Prensa Nacional, encabezada por elPeriódico, a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), así como a la valiente actitud de la Fiscal General de la República, Thelma Aldana, y a la activa participación de la población en las redes sociales y las manifestaciones públicas en las plazas de todo el país. Afortunadamente prevaleció el Estado de Derecho, las municipalidades siguieron funcionando, las oficinas del Estado igual, el Sistema de Justicia funcionó y se dio esa “revolución” pacífica que marcó para siempre el año 2015 como el año en que el pueblo despertó. No se cancelaron las elecciones. No se estableció un gobierno de transición ni se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente, para “refundar” el Estado. Se respetó la Constitución y la República se salvó. Fuimos un ejemplo para el mundo. Con la aplastante victoria del presidente Jimmy Morales se dio por fin el cambio y la erradicación de “la vieja política”. Todo iba bien menos en el Congreso, ahí regresaron los desvergonzados malandrines que no saben lo que es dignidad ni lo que es vergüenza; sin embargo, con la elección del nuevo presidente del Congreso, el licenciado Mario Taracena Díaz-Sol y la salida, por la puerta de atrás, de su descarado predecesor, la historia cambió. “Dios tarda pero no olvida” dice el refrán popular, la depuración ha llegado y los que no quisieron actuar con dignidad ahora, poco a poco, irán siendo depurados. A muchos los esperan ya en el “Mariscal Zavala”.

Publicado el 30 de enero de 2016 en www.elperiodico.com.gt por Danilo Parrinello.
http://elperiodico.com.gt/2016/01/30/opinion/honorables-diputados/

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