Y llegó la hora

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Vísperas de la toma de posesión. ¿Cómo se sentirá Jimmy Morales? Emocionado, nervioso, asustado, entusiasmado y arrepentido a la vez, ¿un poquito de todo? ¡Seguramente! Así que hoy, antes de comenzar uno de los períodos más intensos de su vida, tómese tiempo para meditar, ordenar su mente y enfocarse en la tarea que le espera. Que su discurso de mañana nos permita finalmente comprender cuál es la ruta por la que conducirá al país y los objetivos que quiere alcanzar.

Tómese unos minutos para ver el Informe final sobre Objetivos de Desarrollo del Milenio, hecho público recién el lunes, y sorprendentemente sincero; seguramente porque quienes debieron entregarle cuentas de la debacle nacional que provocaron, ahora guardan prisión y no podían maquillar cifras. Constatará con datos frescos y análisis tendenciales con qué facilidad un solo gobierno sí es capaz de llevar a un país al despeñadero, reforzar su subdesarrollo y destrozar de un plomazo los pocos avances que había, cuando este se dedica únicamente a satisfacer intereses particulares y la ambición de gente corrupta.

Nadie espera que su administración vaya a revertir totalmente en 4 años lo que ese informe documenta; destruir es fácil, pero construir y recuperar lo perdido cuesta mucho. Pero la expectativa mínima que tenemos los ciudadanos sí es que encauce el quehacer del Estado hacia la búsqueda del bien común. Que impulse las reformas institucionales y legales que ya son ineludibles para que se reduzcan la pobreza, la desigualdad extrema, la exclusión profunda de la población indígena, para que se expandan las oportunidades económicas para todos y no solo para algunos, como ha sido hasta ahora la tónica en Guatemala; que no consienta que se siga destruyendo el medioambiente ni que se persiga y encarcele a la gente por defender su derecho a la vida. Por tanto, las reformas económicas deben estar en el centro de su agenda y evitar a toda costa que los intereses particulares de sectores afines a su gobierno se impongan una vez más, como ha sido la historia del país a la fecha.

En esta coyuntura, su postura frente a la historia, la guerra y la paz, será clave para mantener la gobernabilidad y la mesura de los distintos sectores, así como la independencia del Ministerio Público. Sepa, además, mantener la vigencia de la laicidad del Estado por sobre convicciones particulares.

Su gestión debe comenzar a dar finalmente sentido a nuestro esfuerzo tributario. Por tanto, que su discurso revele cómo piensa rescatar la SAT y cómo se van a generar ingresos sanos para el Estado, que no provengan solo de endeudamiento, principalmente aquel que le resta recursos productivos a la sociedad a cambio de ganancias fáciles a costa del erario público. Igualmente importante es dejar de ver la misión del MIDES como una de caridad y asistencia social y nicho del clientelismo político, y dar un salto cualitativo a la concepción de la política social como instrumento de desarrollo, empoderamiento ciudadano y reconstrucción del tejido social aún fracturado por la guerra. No hay un solo programa que sacará al país de la pobreza o reducirá el hambre y la desnutrición, sin la articulación efectiva con una política económica incluyente y ambientalmente responsable.

De su elección a la fecha, no ha habido señales de que estos mínimos se estén contemplando, pero eso debe cambiar a partir de mañana. Ya no tiene excusas. La cancha está delimitada y la expectativa ciudadana es grande. Ensanchar su margen de maniobra y la confianza en su gestión dependerá del actuar de su gabinete y de la forma en que usted conduzca su gobierno.

Publicado el 13 de enero de 2016 en www.prensalibre.com por Karin Slowing
http://www.prensalibre.com/opinion/y-llego-la-hora

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