2016 y la crisis de los migrantes

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Lo dramático es que un 49 por ciento de los menores son guatemaltecos.
 
Si la gallina de los huevos de oro de acuerdo con los economistas oficiales son las remesas de los migrantes más atención debiera darse a la cantidad de problemas sociales que se suscitan a propósito de este fenómeno tan particular del mundo del trabajo de hoy en día, que motiva a una diáspora en donde polleros, enganchadores, coyotes, o como quiera llamárseles se aprovechan de la apremiante situación de la gente, y México se convierte en un infierno de paso hacia el “sueño americano”.

Un excelente análisis de Jorge Durand, publicado en el diario mexicano La Jornada, el pasado 27 de diciembre, retrata de cuerpo entero la situación en cuanto al surgimiento de mafias internacionales que se aprovechan de la permisividad y el caos político e institucional que suele reinar en los países de tránsito, haciendo Durand un interesante paralelismo entre Europa y Norteamérica.

Lo que acontece en estos meses pone en evidencia los trastornos de la globalización, y las crisis de naturaleza estructural en los países de origen, buena parte de las cuales vienen de conflictos diversos como han sido en el caso de la parte norte centroamericana, las guerras civiles que azotaron con fuerza en los años ochenta.

De acuerdo con un interesante artículo sobre la tragedia de los niños migrantes, publicada en Excelsior de México el pasado lunes 28 de diciembre, la situación se viene agravando. El análisis efectuado por Carmen Álvarez y otros, añade que sin contabilizar diciembre la cifra de niños centroamericanos reportados al Instituto Nacional de Migración de México es de 32 mil 923 menores de 17 años, superando en un 39 por ciento lo reportado al mismo período en 2014.

Lo dramático para nosotros es que un 49 por ciento de los menores es de nacionalidad guatemalteca. La avalancha de niños ha obligado a las autoridades migratorias de Texas y Arizona a la apertura de dos albergues más. El peligro, de acuerdo a oficinas serias como la de Washington Office for Latin America –WOLA– es que los migrantes y los niños no acompañados están buscando rutas alternas, siendo la mayoría de las mismas incluso más peligrosas que las anteriores.

De acuerdo con la información proveniente de fuentes mexicanas, es en la frontera de Chiapas con Guatemala en donde se reportan más detenciones, siendo vital entonces fortalecer las relaciones y los programas con ese vecino estado mexicano con el que nos unen numerosas afinidades históricas, culturales y económicas.

El problema es de especial afectación a mujeres y menores, y es que otro excelente reportaje, esta vez publicado en La Jornada, y elaborado por Sanjuana Martínez, señala el alarmante incremento del número de mujeres guatemaltecas desaparecidas en México. Las cifras indican que en solo dos años han ocurrido más de 4 mil 70 casos, según lo reporta el Movimiento Migrante Mesoamericano, una ONG de ayuda a víctimas.

El problema tiene muchas aristas: los enganchadores y coyotes son importantes protagonistas, en virtud de sus nexos con redes de trata de personas, y con los sistemas de demanda de trabajo sin dignidad, como los llamados “centros botaneros de México”, observándose que en la cadena de la explotación global del trabajo, las mujeres constituyen uno de los eslabones más débiles.

La explotación sexual de las migrantes constituye una de las consecuencias de la proliferación de fuentes de trabajo con total irrespeto a los derechos humanos en estos tiempos. Ojalá el nuevo Canciller esté verdaderamente empapado de tan penosa situación, y la política de atención al migrante constituya la prioridad número uno.

Publicado el 06 de enero de 2016 en www.elperiodico.com.gt por Edgar Balsells
http://elperiodico.com.gt/2016/01/06/opinion/2016-y-la-crisis-de-los-migrantes/

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