Una crisis que nos duele

1
 
A pesar de los esfuerzos, la crisis de los niños migrantes persiste. En búsqueda de la falsa promesa de un beneficio migratorio para el resto de su familia y una mejor vida alejada de la violencia, pobreza, estos pequeños se arman de valor para emprender un viaje que, no solo les quitará la infancia, sino también, en muchas ocasiones, la vida. Esta crisis nos duele a todos los guatemaltecos. 

Los datos y estadísticas se mantienen en niveles alarmantes. Según la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, en el año fiscal que acaba de concluir (del 1ero. de octubre al 30 de septiembre), fueron detenidos 13 mil 589 niños, niñas y adolescentes. Esta cifra representa una disminución del 20.33 por ciento respecto al año anterior. Sin embargo, la reducción se debe a que México duplicó las capturas y deportaciones de menores no acompañados, y no a una disminución real de migrantes. Los datos de la Dirección General de Migración revelan que en diez meses, México expulsó a 10 mil 377 menores, cifra que supera en 68 por ciento las deportaciones de menores durante todo el 2014.

Pero la tragedia no termina allí. Datos oficiales revelan que hay más de 4 mil exámenes forenses por violencia sexual a niños, más de 5 mil alertas Alba-Keneth activadas y más de 500 niños asesinados. La realidad es dura de asimilar y refleja un sistema totalmente quebrantado. Poco se hace por resguardar a estos niños, y no se le da el seguimiento debido a todos estos casos. Además, no podemos ignorar que las causas raíces de esta migración masiva aún persisten.

Debemos preguntarnos ¿por qué la migración de menores? ¿Qué posible fuerza puede motivar a un padre de familia a exponer a su hijo de esa manera? En mi opinión, la causa principal de la migración de niños no acompañados recae en la falsa promesa de un beneficio migratorio que los coyotes le venden a estas familias, como una solución a su situación tan precaria. Sin embargo, la cruda realidad es que estos niños serán devueltos a Guatemala, aunque habrán tenido que sobrevivir el viaje, los abusos, y un par de años de prisión preventiva. Después de aplicarse las medidas adicionales de protección a menores que la ley estadounidense exige, tales como pruebas psicológicas y otras evaluaciones para determinar cualquier tipo de abuso, la mayoría de esos niños regresarán a su nación natal.

Haber expuesto a esos niños a todo tipo de traumas –desde ser víctimas de todo tipo de abuso, vivir en una prisión juvenil, e incluso hasta la muerte– para eventualmente ser deportados hacia su país de origen, es una incongruencia. ¿Qué padre de familia haría esto? La única posible explicación en mi mente, es que los coyotes le vendan una historia totalmente distinta a la cruda realidad.

En Guatemala, nuestra gente es nuestro mayor tesoro. No podemos permitir que esta crisis siga creciendo, ya que quien más sufre somos todos nosotros. Contamos con la fuerza de trabajo más joven de toda Centroamérica. De los 15 millones de habitantes, un 70 por ciento son menores a los 40 años. Este 2015 le hemos demostrado al mundo entero que una nación unida puede lograr grandes cambios, desde el Ejecutivo hasta en el Legislativo. ¿Por qué no le demostramos al mundo que podemos proteger a todos estos niños y cambiar su destino?

Existen esfuerzos cuyo fin es atacar las causas raíz de los problemas más grandes que enfrenta nuestro país, pero aún hay mucho por hacer. Los ciudadanos tenemos el llamado de formar parte de las soluciones que nos ayudarán a reconstruir Guatemala, contribuyendo en lo que nos toca: denunciando, aportando al fisco, dirigiendo nuestras compras a empresas formales, entre otras. Si queremos que la crisis de niños migrantes disminuya considerablemente, debemos velar porque todos los guatemaltecos tengamos las condiciones básicas para buscar una mejor vida. Entre tales condiciones están el mejoramiento de la calidad educativa, la disminución de la violencia, la certeza jurídica, etcétera. Sin embargo, si ignoramos nuestro importante papel, las causas de esta fatal migración persistirán.

Guatemaltecos, no nos hagamos de oídos sordos ni de ojos ciegos, la crisis de niños migrantes nos compete a todos. Debemos comunicar a amigos y familiares que no existe tal cosa como un beneficio migratorio. Debemos condenar a todos aquellos que ofrecen una falsa promesa como esta, pretendiendo llevar a Estados Unidos a un ser tan indefenso, exponiéndolo a una nefasta realidad. Es importante que todos colaboremos alrededor de iniciativas que nos lleven por un mejor camino, sobre todo, que velen por esa agenda de desarrollo incluyente. Ningún niño puede perder su derecho a ser niño. ¡Unámonos ante su dolor!

Publicado el 12 de noviembre de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Salvador Paiz
http://elperiodico.com.gt/2015/11/12/opinion/una-crisis-que-nos-duele/#

Categories:

No Responses

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *