La lucha contra la corrupción no tiene ideología | Siglo21.com.gt

Los acontecimientos que últimamente han ido mostrando a Guatemala el verdadero rostro de los políticos y gestores de las cuestiones públicas nos ponen frente a comportamientos que, aunque criticados en público, resultan justificados en privado.

La supuestamente cándida primera dama ha llegado a decir que no hay que escandalizarse porque corrupción hay en todas partes, afirmación que, si bien es cierta, no le exime de ser al menos cómplice de la que evidentemente su esposo, hijo y yerno han practicado, apañado y usufructuado.

Porque corrupto no es solo aquel que, como funcionario público, cuando adquiere bienes y servicios se queda directamente con parte de lo asignado. Los mecanismos son variados e intervienen diversos actores.

Lo que el ciudadano común y corriente observa es el enriquecimiento acelerado del político o funcionario público, sin que se le conozca otra labor que la función pública. Hay casas lujosas, carros, viajes, pero sobre todo la ampliación y creación de nuevas empresas, con las que luego se darán aires de honestidad, diciéndose acaudalados desde épocas remotas.

Un oscuro ministro de Comunicaciones que luego de 15 años resulta uno de los grandes millonarios de la región, otro que resulta dueño de grandes empresas expendedoras de energía, o exasesores de presidentes que pasados algunos pocos años son accionistas de bancos, no hicieron su riqueza lícitamente, y eso debe ser perseguido y evitado.

De ahí que lo urgente son leyes que obliguen a transparentar todas las transacciones, sean de pequeño, mediano o grande comerciante o industrial, estén o no directamente vinculados con la función pública. Tenencia, monto y rendimientos de acciones deben ser declarados obligatoriamente, tal y como se hace en todos los países alta o medianamente desarrollados. Esto, no solo evita la corrupción sino que elimina la competencia desleal.

No hay en esta demanda una persecución al capital o al empresario, no hay ahí ninguna adscripción ideológica. La lucha contra la corrupción no es de derecha, centro o izquierda, como el enriquecimiento ilícito tampoco es defecto de un tipo particular de políticos. La honestidad es el piso de la función pública, sea obtenida por elección o nombramiento y debe ser vigilada no solo en estos sino en todos los que de una u otra forma se relacionan con ella.

La industria financiera tiene acá una responsabilidad significativa, por lo que deben ponerse fuertes sanciones a los que se detecten usados para lavado de activos. Igualmente se debe ser riguroso con los notarios, pues evidentemente es ilegal, por ejemplo, que la empresa del aún actual presidente haya comprado una finca por menos del valor que pagó pocos años antes su anterior propietario.

Nadie, sea banquero, notario, juez, alcalde diputado, o lo que sea, debe siquiera intentar engañar al fisco, cobrar más de lo debido, recibir regalos o hacer favores en negocios. Todo ello es corrupción.

El proceso de persecución a la utilización de los bienes y la función pública para el enriquecimiento personal no puede quedarse en la denuncia, investigación y juicio de aquellos casos que, luego de distintos y variados esfuerzos, han logrado documentar el Ministerio Público con ayuda de la Cicig.

El momento electoral es ideal para exigir a los candidatos la publicación no solo de quienes les financian, sino de su propio patrimonio, lo más detallado posible. Más que una exigencia riesgosa, debe verse como una forma de hacer confiable su gestión en caso de ganar una elección.

Pero igual de urgente es la declaración y confirmación de que se reformará de manera profunda y radical la Ley de Servicio Civil, haciendo que todos y cada uno de los cargos del servicio público sean obtenidos por concurso de méritos y no por designación política.

Esto obliga a que los cargos de confianza representen un porcentaje totalmente marginal del presupuesto de cada una de las instancias públicas. La grotesca y grosera manera como el grupo Patriota se asignó sobresueldos no puede ni debe repetirse y, para ello, es urgente que los candidatos hagan públicos sus compromisos para impedir tal despilfarro.

Si el aún presidente debe renunciar por lo ilegal de sus negocios, los futuros gobernantes deben demostrar que serán ejemplos de honestidad, al menos el tiempo que dure su mandato.

Publicado el 05 de agosto de 2015 en www.s21.com.gt por Virgilio Álvarez Aragón
http://www.s21.com.gt/pupitre-roto/2015/08/05/lucha-contra-corrupcion-no-tiene-ideologia

Categories:

No Responses

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *


The reCAPTCHA verification period has expired. Please reload the page.