Guatemala: ante el teatro de la ignominia

Conforme los días transcurren y la fecha de las elecciones se acerca, la red de impunidad integrada por personajes oscuros incrustados en los tres organismos de Estado, teje macizo para sacar en caballo blanco a sus delincuentes más señalados y lograr con argumentos sutiles exculparlos de juicios y condenas con que se evidencien todas las formas como se violan las leyes, cuando estos políticos se llegan a creer omnímodos e invulnerables. El juego de intereses de las mafias incrustadas en los tres poderes, seguirá siendo inamovible.

Lo comprueba que los ministros señalados por diferentes casos de millonaria corrupción, solamente han sido sustituidos por sus segundos de a bordo. Y es sabido que los vices siempre se nombran para cubrirles las espaldas, en cualquier caso. Entonces, ¿de qué cambio en las estructuras de corrupción nos está hablando el gobernante?

No está sucediendo algo diferente en el Congreso de la República. Después de haberse pasado dos largos años sin rendirle al pueblo cuentas de una legislación que fomentara el desarrollo y la defensa contra otros abusadores, no fueron capaces de trabajar. Ahora, hacen la pantomima de nombrar comisiones y grupos para discutir lo que tanto se ha discutido, como es la Ley del Tribunal Supremo Electoral, que está cuajada de favoritismos para que los mismos grupos se sigan beneficiando de las mieles, dádivas y negocios que significa ser diputado o alcalde municipal. Más claro no canta un gallo: si hacen algunos nimios cambios, será para ponerlos en ejecución dentro de cuatro años. Ellos no tienen prisa de nada. Se seguirán beneficiando de mantenerse como grupos que defienden sus privilegios e intereses, más tiempo. Así es que la reelección de los mismos sujetos enjuiciados por corruptos, señalados porque ya son oligarcas en sus pueblos, se repetirá, en el ejercicio próximo. Y nosotros iremos a las urnas a avalar a los mismos enemigos de la democracia. ¿Será posible?

Esas escenas descritas representan mucho de la realidad de lo que está sucediendo en Guatemala, más allá de las conferencias de prensa, la danza de las imágenes de políticos con cara de “inocentes” que ocultan tras un discurso baladí la auténtica vileza de su historial de beneficios con los dineros ajenos.

En la mayoría de casos en que la CICIG, el Ministerio Público y el Ministerio de Gobernación han trabajado aportando cientos de pruebas para que los jueces juzguen y encarcelen a los malhechores, la lentitud, la ignorancia de pruebas, de parte de los tribunales y las mentiras con que los defensores están manejando los juicios, son hechos que denotan que se trata de una confabulación, extensa, inconfesada, pero siempre fortalecida, que nos lleva por la ruta “del hablar y mentir, decir sin hacer”. –Realmente han sido muy valientes los jueces que, sabiendo de la maleabilidad de cercanos colegas y el doble juego de algunos magistrados, han escogido la ruta de la verdad y la justicia–. De aquí, a unos cuantos meses, ya observaremos cómo se aplicará la justicia en los casos del IGSS y la gavilla de La Línea o si solamente hemos sido víctimas, una vez más, de los tentáculos del poder paralelo tan enraizado y amistoso con el gobierno presente.

Ahora, todo se orquesta para hacernos tragar la amarga pastilla de que, tanto el mandatario como su Vicepresidenta desconocían el comportamiento de sus colaboradores de más confianza, e ignoraban sus correrías. No vieron, no oyeron, no fueron, no estaban, en nada. Como lo ha dicho ya públicamente el mandatario para falsearnos sobre todas esas situaciones en que sus funcionarios de más confianza hicieron lo que quisieron en sus puestos utilizando “el alto cuello que manejaban” para aprovecharse a granel, sabiéndose invulnerables a cualquier señalamiento gubernamental. ¿No es esto un teatro para estúpidos?

Los guatemaltecos somos ahora el público de la obra de teatro que han armado los que no respetan, ni siquiera, la soberanía de la voluntad de un pueblo. Y tienen el cuero suficiente para decir tanta mentira. Sin duda, para que se los crea su abuela, porque nosotros ya no somos majes, como los más majes creen.