Ahora bien, qué hacer para resolver el problema en el futuro. Estamos a las puertas de nuevas elecciones, y la población ya entendió y asumimos que nadie quiere que esto siga ocurriendo. No queremos en el poder a gente que no trabaje. El Estado no es negocio.
Un amigo abogado correcto, de los que cuidan su apellido porque tienen hijos y vergüenza, me contó que sintiéndose convencido del problema nacional quiso aportar lanzándose para diputado, se aproximó a conocidos de algún partido para ofrecer sus dotes y experiencia, y salió asombrado ante la camarilla de negocio, porque le dijeron que muy bien, que debía aportar dos millones, más el pago futuro de la campaña. Lo evidente es que si ese tipo de condición predomina, estamos fritos, porque no llegará nunca gente buena y limpia a las candidaturas, porque la prioridad será para quienes ya están o tienen una agenda determinada, y son financiados por grupos espurios.
El Congreso se tiene que limpiar, hay que averiguar el origen de los fondos de los diputados que pagaron para entrar a servir a la patria, así como analizar sus bienes y nivel de vida, porque uno asume que quienes trabajan para el Estado lo hacen para servir, para sacrificarse unos años por el beneficio colectivo. O continuará la desconfianza, los bancos preguntando a la gente si tienen familiares políticos antes de abrir una cuenta, porque pasar por el Estado está marcando a la gente de mafiosa, mientras en otras culturas es digno.
Hay que devolver la honra a las instituciones, o la pesadilla continuará.
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