Mito 1: Los militares son buenos para gobernar y brindar seguridad.
Los militares en otras épocas fueron los servidores del poder establecido. Y luego quisieron ser ellos los del poder político. Un general, como el presidente actual, representa la culminación de la idea de que los militares en los cargos públicos podrían ayudar a ordenar el Estado, a darle eficiencia y a garantizar climas tranquilos e idóneos para la productividad y el desarrollo, etcétera. Sin embargo, la evidencia histórica puede registrar a este gobierno como el peor en la historia contemporánea. Un militar del más alto rango en el puesto público más significativo, con muchos militares en su gobierno, con una visión bastante cercana al militarismo cuando las cosas se complican, solo es hoy un ejemplo de cómo no debe gobernarse, por todo lo que ya sabemos y no es necesario repetir. Ni siquiera en el campo de la seguridad han podido brindar resultados concretos y que convenzan. Eso de que una cosa es la percepción (la ciudadanía ve las cosas más graves) y otra es la realidad (las estadísticas oficiales indican que la cosa ha mejorado), ya a nadie convence.
Mito 2: La mano dura es la solución para la violencia.
A poco más de cuatro años de estar oyendo y viendo sobre la mano dura, con la violencia y la inseguridad agravadas, el símbolo se ha caído de su pedestal. Además, la sensación es que jamás hubo mano de tal fuerza para enfrentar la corrupción de su misma gente. No solo no funciona para impedir la inseguridad y vulnerabilidad en la población, sino que tampoco jamás incluyó otros factores sociales, económicos y culturales necesarios para comprender y enfrentar verdaderamente a la violencia. Eso no debe reducirse a un recuerdo histórico. Lo de la “mano dura” puede y debe aprovecharse como un recurso didáctico para profundas discusiones y planteamientos integrales sobre la seguridad y
la vida ciudadana.
Mito 3: El patriotismo es el gran valor.
No es lo mismo hablar de un sentido patriótico que de patriotismo. Aunque el primero también debería ser sometido a profundas reflexiones educativas relacionadas con la diversidad étnica, sociocultural, con el falso civismo, etcétera. Pero este gobierno ha ayudado a entender que es un mito creer que el patriotismo es un valor tan potente como para evitar la corrupción o como para impedir los intereses sectarios y no afectar los intereses auténticamente nacionales. Se puede tener el discurso y los símbolos del patriotismo y aún así robarle los recursos a la patria (sea como sea su definición de este concepto). Gracias a los gobernantes actuales y la clase política, sabemos que ser patriota (o patriótico, o patriotista, como quieran) no es garantía de un auténtico sentido de amor y compromiso con el país.
Así que de la indignación y el descubrimiento de las falsedades, nos toca ahora pasar a los compromisos personales y colectivos, a favor de otra realidad. No la que desde esta semana empiezan a pintarnos en la campaña electoral, que abre con una sensación de que el futuro puede ser peor a lo que tenemos hoy.
Publicado el 05 de mayo de 2015 en www.s21.com.gt por Carlos Aldana Mendoza http://www.s21.com.gt/gaia/2015/05/05/gobierno-destructor-mitos
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