Imagínese usted que en una carrera de 400 metros planos, algunos corredores parten antes de que se pite la salida, sin que el paniaguado del árbitro diga nada. Finalmente, cuando se marca la salida, los que empiezan a correr van con gran desventaja frente a los que salieron anticipadamente.
Pues, este es el caso de las elecciones generales. Algunos contendientes, sin pudor ni recato alguno, están en abierta campaña política, en la promoción de sus candidatos presidenciales por la televisión y prensa escrita, en detrimento de los candidatos que acatan la ley, y que esperan a que se convoque oficialmente a las elecciones para salir a correr.
Y sin autoridad alguna, la que tenía ya la consumieron, los magistrados electorales no cancelan a los partidos que hacen campaña anticipada, a los que publican encuestas cuya divulgación no es legal, y así sucesivamente. La prohibición de hacer campaña y de publicar encuestas antes de la convocatoria a las elecciones figura en un artículo de un reglamento emitido por el Tribunal Supremo Electoral. Y ante este cuadro político del país, no le queda otra cosa a los magistrados electorales que hacer cumplir o derogar ese artículo, lo que no es una cosa complicada.
Y a todo lo anterior, hay que agregar otro hecho de obscena campaña anticipada como es la promoción que hace el gobierno del partido oficial, y de sus funcionarios, por medio de una pauta publicitaria millonaria (que en un país pobre es una afrenta nacional) y de programas clientelares.
Todo esto me hace recordar el siguiente chiste: un parroquiano llegó a un palenque con el pago de su quincena en el bolsillo. Como vio que un hombre fornido, de gran sombrero, y que bebía tequila, siempre acertaba en su apuesta por el gallo ganador, dispuso preguntarle cuál sería en la siguiente pelea el gallo bueno. El hombre fornido se compuso el sombrero, y le dijo: –es el gallo giro. Entonces el parroquiano apostó su quincena al gallo giro, con tan mala fortuna que a la primera de cambio lo mataron. Descompuesto, el campesino preguntó al que le había dicho cuál era el gallo bueno, por qué esta vez no había acertado. Y la respuesta que recibió el parroquiano fue: –el gallo giro era el bueno. Y el hombre de campo repreguntó: –y entonces, ¿cómo fue que perdió? A lo que el hombre amante de los palenques le respondió: –usted me preguntó y yo le indiqué cuál era el gallo bueno, pero aquí el que gana siempre es el malo. Al bueno siempre lo matan. El chiste ejemplifica a esta campaña política, porque en Guatemala, el candidato cínico y violador de la ley, que no deja escrutar las finanzas de su partido, que engaña al Tribunal Supremo Electoral con informes financieros falsos, que empieza a correr antes de que el árbitro dé la señal de salida de la carrera electoral, en una palabra, el malo, es que lleva las de ganar. Y el que cumple la ley, el bueno, lleva las de perder, y pierde. ¡Qué triste, carajo! De verdad, que esto no tiene sentido.
Vuelvo al titular de este artículo, que indica ese sentimiento de no entender un proceso electoral completamente viciado, con candidatos violadores de la ley (como los que arrancaron la carrera antes de tiempo, sobre todo Lider, UNE y PP); un proceso obsceno, ilegítimo, bochornoso, nauseabundo, por usar algunos pocos epítetos para calificarlo.
Si el Tribunal Supremo Electoral no sanciona a los partidos violadores de la ley, hagámoslo los electores, negándoles nuestro voto como sanción colectiva y vindicta pública. Es lo menos que podemos hacer, si tenemos sangre y no horchata en las venas.
Publicado el 15 de abril de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Gonzalo Asturias Montenegro http://www.elperiodico.com.gt/es/20150415/opinion/11226/Awjtnieantyaxniawieoan.htm
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