La mejor inversión

Si usted es de esos aventureros cuyos pasos se dirigen hacia los rincones más escondidos del país, entonces habrá podido observar muchas obras municipales. Unas bien realizadas, pero otras en donde se ve la mano negra del corrupto cuyo ingenio no fue suficiente para disimular el acto de malversación o, simple y sencillamente, el robo descarado. Esto se multiplica a lo largo del recorrido y es cosa de hacer números para imaginar cuántos sistemas de drenajes, cuántas plantas de tratamiento de agua y cuántas calles adoquinadas podrían haber contribuido al desarrollo de esas comunidades.

Enormes monumentos a la incompetencia, mal hechos, inservibles o a medio terminar desde hace una década, vertederos de basura a la vista de todos y los colores del partido en edificios públicos son la muestra palpable del clientelismo político y de la escasa capacidad de control de la ciudadanía cuando se trata de elegir autoridades en período de elecciones. Todo, entonces, se reduce a quién paga más por la plaza. Los eventos electorales son un mercado y los candidatos son quienes pujan por conseguirlo, llegando cada vez más alto en la oferta económica.

Las enormes sumas de dinero que circulan en estos momentos lo dejarían boquiabierto porque su capacidad para sumar se quedaría corta ante la inmensidad de la riqueza económica circulando por bancadas, organizaciones políticas y empresariales y, algo aún más peligroso, en una media oscuridad en la cual ninguna institución parece tener la capacidad —o la voluntad— de intervenir. ¿Ideologías y propuestas? En realidad el analfabetismo político se ha ganado todos los espacios en esta carrera por el botín. Pero no solo entre los votantes sino también entre los pomposos candidatos, muchos de los cuales apenas saben balbucir un par de consignas. Y quienes dirigen el ritmo de los tambores saben muy bien cómo hacer para aturdir a una concurrencia ciudadana impotente ante esta parranda.

Entonces no nos indignemos ante la realidad de la falta de oportunidades de educación ni ante la pobreza de los programas de estudio. Porque ahí está el quid de la cuestión: una población iletrada es mucho más fácil de engañar, mucho más fácil de explotar que una ciudadanía organizada, informada y aguerrida. No espere, por lo tanto, conseguir de su candidato o candidata un programa bien diseñado y eficaz de educación para la niñez y la juventud, porque ese segmento tan valioso está destinado a trabajar en la maquila y en las grandes extensiones de monocultivos como parte de la negociación y de las políticas de gobierno.

Esta es la razón fundamental para establecer reglas claras en el financiamiento de los partidos políticos, pero también esta misma razón impide realizar una adecuada modificación de la ley que rige a estas organizaciones y pone las normas para los eventos electorales. A ninguno de los candidatos les conviene y la mayoría de ellos están sentados en las curules del parlamento. Las recientes designaciones —UNE, por ejemplo— revelan cuánto influye una bolsa de billetes y cómo cualquiera que las posea se puede erigir en gobernante. Lástima que ya se murió el Chapulín Colorado.

Publicado el 13 de abril de 2015 en www.prensalibre.com por Carolina Vásquez Araya
http://www.prensalibre.com/opinion/la-mejor-inversion

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