No hay que aceptar como normal la violencia diaria

En el incidente también murió un hombre humilde de la tercera edad y resultaron heridos un adolescente, supuestamente contra quien iba dirigido el ataque, así como una menor de edad embarazada.

Nuestra fotografía de portada de hoy, con el niño malherido en los brazos del bombero que a toda prisa lo lleva al hospital, no tiene un ánimo sensacionalista, y hubo discusión editorial antes de decidir publicarla. Pretendemos no permanecer indiferentes ante la estela de sangre y dolor a la que lamentablemente parece que nos hemos acostumbrado.

Los autobuses rodeados por la cinta amarilla, con pilotos, ayudantes y pasajeros muertos en su interior, ya parecen parte del paisaje y al final del año simplemente se hará el recuento de quienes perecieron en estos vehículos para la estadística policial o de necropsias.

Si bien la seguridad total no existe, tampoco debe permitirse que la sensación de impunidad se extienda tanto que a los criminales ya no les preocupe cometer sus fechorías en áreas públicas, a plena luz del día o frente a las narices de las autoridades.

La osadía de los delincuentes aumentará si no son detenidos y sometidos a los tribunales. Por cierto que pasado mañana se cumple un mes del granadazo y ataque con fusil frente al hospital San Juan de Dios, en el que murieron tres personas que al igual que la pequeña víctima de la portada de hoy no “estaban metidos en algo”, como suelen decir unos para justificar algunos homicidios, pues una de las mujeres fallecidas era una paciente que iba a consulta. La otra era una vendedora de comida y la tercera víctima fatal fue un hombre que también tenía cita médica.

Dos de los supuestos responsables del ataque de ayer en Fraijanes fueron capturados por la Policía Nacional Civil y, si se confirma que uno es menor de edad será sometido a los tribunales de esta jurisdicción y probablemente ingresado a un correccional. Si estos centros de detención funcionan igual que la mayoría de reclusorios de adultos, no será extraño que los capturados puedan integrarse a redes criminales o incluso delinquir desde su confinamiento. ¿Qué falta para que el pueblo reaccione?