La fórmula mágica

Se requiere seriedad, no cinismo.
Solo en Guatemala sucede que el Gobierno compra por casi Q138 millones una pócima mágica para arreglar un grave problema ambiental, y el asunto pasa como mantequilla sin que nadie parpadee. 

Un amigo químico me lo explicó en términos muy sencillos. Imaginemos que el lago de Amatitlán es una tina. El agua de esa tina está inmunda porque el chorro que la llena trae agua asquerosa. Pretender que el problema se arregla en la tina es una locura. Para limpiar la tina de verdad, hay que asegurar que deje de caer en ella porquería. Es la única manera de resolver el problema.

La empresa M. Tarcic Engineering asegura que se puede hacer de otra forma y el Gobierno ha comprado sus promesas. No se ve, hasta el momento, que haya mayor respaldo científico para esas afirmaciones, pero como me dijo un amigo, y aclaro que es judío, tal vez por venir de Israel, consideramos que la pócima puede obrar milagros.

Los lagos y ríos contaminados del mundo que han resuelto sus problemas, han optado por otros caminos. Desde luego, han empleado soluciones más complejas y caras, que requieren de cirugías mayores, pues implican tratar las aguas industriales y encontrar soluciones para los drenajes, no echar “lagrimitas” mágicas al agua sucia desde una lancha.

El lago de Amatitlán ha sufrido durante décadas las consecuencias de un desastre ambiental que se ha ido agravando, ante la indiferencia general que asume esta situación como inevitable.

Se han visto intentos por aplicar paliativos, pero por diferentes razones han resultado inviables.

Además, la Autoridad del Lago de Amatitlán, Amsa, ha sucumbido ante el mismo mal que abarca al Estado en su totalidad: la han querido convertir en un botín para saquear recursos.

Con este nuevo remedio que le quieren aplicar al lago, que no se sabe si es agua oxigenada, té de limón o un invento tan contundente y revolucionario que debería ser digno del próximo premio Nobel, más que verdadera preocupación por Amatitlán, lo que uno sospecha es corrupción.

La propuesta parece tan descabellada que ya la Universidad de San Carlos se pronunció, pidiendo que se detenga el proceso. Hasta el propio alcalde de Amatitlán, Mainor Orellana, quien para más señas pertenece al Partido Patriota, ha advertido ya que él tampoco está de acuerdo.

“No están atacando la causa de la contaminación”, sentenció el Alcalde, quien contó que a él tampoco le han proporcionado mayor información sobre la famosa pócima.

En el pasado ya otros gobiernos han tomado acciones antojadizas y unilaterales en ecosistemas particulares, provocando catástrofes ambientales.

Por ejemplo, yo crecí escuchando que parte la hecatombe de la fauna y flora de Atitlán se originó por un capricho del presidente Miguel Ydígoras, quien decidió introducir una especie en el lago, la lubina negra o black bass, porque a él le gustaba para pescar y consideró que las comunidades locales podrían añadirla a su dieta. La idea, por muy bien intencionada que fuera, resultó infausta porque el black bass es una especie invasora que arrasó con el ecosistema local.

No soy química ni bióloga, pero con este tipo de antecedentes, habría que tomar los temas ambientales en serio, sobre todo si se van a gastar Q138 millones de los contribuyentes en una fórmula con supuestos poderes cuasi mágicos de la que nadie ha escuchado hablar.

La limpieza del lago de Amatitlán es un asunto estratégico para la región metropolitana. Lo impensable es que se quede como está. Pero requerimos de soluciones viables y sostenibles, con soporte científico, no de experimentos que más parecen ejercicios de cinismo.

Publicado el 23 de marzo de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Dina Fernández
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150323/opinion/10262/La-f%C3%B3rmula-m%C3%A1gica.htm

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