Te lo doy a cambio de…

Todos los días, una población alienada por llegar a tiempo a laborar necesita conocer la forma expedita de hacerlo. Un accidente o un hecho de violencia, y todo se altera. Inmediatamente, con la nueva tecnología de los teléfonos, se encuentran vías alternas que facilitan transitar. Tranquilizados de saber por dónde dirigirse, y buscando la mejor ruta cuando se circula en vehículos particulares y la búsqueda de otras opciones si se hace en servicio público, hace que el hecho de terror pase desapercibido. En la mayoría de los casos se trata de un asesinato como represalia por una extorsión no cancelada. Pero la noticia no es la extorsión ni el asesinato, es el tránsito. Esto sucede casi todas las mañanas en algún punto de la ciudad capital, carreteras u otras ciudades.

La población se acostumbra y el crimen llega a convivir cotidianamente. El asesinato de pilotos y ayudantes de los buses ya no es tan escandaloso como el paro del servicio. La razón de esta EPIDEMIA de insensibilidad humana aún no se clarifica, pero lo que sí es una realidad es que las personas se están acostumbrando.

Las extorsiones son la causa mayoritaria de los casos de muerte violenta; al no pagarse, se mata. Es tan grave la situación, que se afirma que las grandes empresas ya tienen estipulado dentro de los costos de producción ese gasto fijo; por tanto, la rentabilidad del criminal negocio da frutos. Ha sido y es una manera utilizada para ganarse la vida.

Este chantaje tiene resultados rápidos y contundentes, sobre todo en lugares donde las personas están indefensas y la falta la seguridad estatal es un hecho. La sociedad está plagada de ejemplos de cómo se utiliza, las consecuencias que trae, pero sobre todo es algo que está permeando.

El método de amenazar a cambio de alguna prebenda se populariza, al colmo de ser utilizadas por figuras que dan el ejemplo de cómo debe comportarse una sociedad moderna. Se ve muy mal cuando un marero desde la cárcel le permite vivir o no a un chofer de camioneta o a una tortillera o a un tendero, cuando un pequeño celular es dejado frente a un negocio para que sea el instrumento de negociación. El chantaje se toma como parte normal de la vida cotidiana.

Pero, ¿qué diferencia existe entre un marero o el vicepresidente de Estados Unidos cuando ambos utilizan el mismo sistema para el logro de sus objetivos? El primero sabe que lo que hace no es correcto y se esconde para llevarlo a cabo, lo hace en la clandestinidad; pero el segundo lo hace ante una conferencia de prensa y pone en claro sus condiciones: un mil millones de dólares a cambio de la estadía de la CICIG. Es más, justifica su petición al condenar al empresario que paga pocos impuestos pero no exige que la corrupción de los funcionarios públicos termine. Atemoriza con sus declaraciones a quienes están siempre de limosneros con la mano extendida y dispuestos a ceder por unas migajas que quedarán en sus propios bolsillos.

Se está ante una situación de ética, de moral, que debe dilucidarse como sociedad.

Publicado el 06 de marzo de 2015 en www.s21.com.gt por Lucrecia de Palomo
http://www.s21.com.gt/cuaderno-escritor/2015/03/06/te-doy-cambio

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