El resultado de las elecciones de este año es de vital importancia para el futuro de todos los guatemaltecos. Por ello considero necesario dar a conocer mi postura con la esperanza de persuadir a más de alguien sobre el voto importante. La mayoría se centra en la elección presidencial, pero yo estoy convencido de que debemos enfocarnos en la elección legislativa. El próximo Congreso puede cavar nuestra tumba o evitar que nos vayamos al despeñadero. ¿Le importa eso a usted o le tiene sin cuidado?

El presidencialismo reinante en nuestra cultura lleva a la gente a considerar a los presidentes casi como ungidos divinos capaces de resolver todos los problemas de las personas. Nada más alejado de la realidad. Si algo nos ha enseñado la historia es que los presidentes manifiestan las peores características de los seres humanos, amplificadas por el poder que les da el sistema corrupto.

Quisiera creer que a estas alturas del partido la gente ya debería haber entendido esto, pero lamentablemente, cada cuatro años las multitudes me recuerdan que no importa cuántas veces los politiqueros los decepcionen, siempre vuelven a caer ilusamente ante los cantos de sirena con la vana esperanza de que “quizá este sí les vaya a cumplir”.

¡No lo van a hacer! ¡No se engañen! Casi todos los que anhelan llegar a ejercer el poder lo hacen con el interés de robar los impuestos que pagamos los tributarios. La adrenalina de “el poder” solamente es la guinda del pastel; el pastel son nuestros tributos.

Quién llegue a ser el primer mandadero —eso quiere decir mandatario— es irrelevante. Con distintos matices, todos van a hacer lo mismo: tratar de superar a sus antecesores en la corrupción. Quizá la única diferencia entre los actuales contendientes sea que algunos anhelan sobremanera cambiar la Constitución para aferrarse al poder indefinidamente.

De ahí la importancia del voto para el Congreso. Solamente allí se puede impedir que el próximo presidente se convierta en dictador. Y la única forma de hacerlo es evitando que se concentre el poder del Ejecutivo y del Legislativo en un solo partido. En otras palabras, hay que evitar —como primera prioridad— que el partido en el poder tenga una aplanadora en el Congreso. Como segunda prioridad, considero importante lograr que las bancadas de los principales partidos no sean tan grandes.

Para lograr esos objetivos le invito a que —indistintamente de por quién vote para el Ejecutivo, o que vote nulo— busque entre los candidatos de los partidos pequeños a algunos por los cuales pueda votar. Recuerde que el propósito principal en esta elección debe ser atomizar las fuerzas en el Congreso.

Probablemente los candidatos de los partidos pequeños sean igual de malos que los de los partidos grandes, pero por lo menos no serán del mismo partido. Y si encuentra buenos candidatos, mucho mejor. ¿Está usted dispuesto a por lo menos hacer esto por su futuro y el de todos los guatemaltecos?