A 15 DÍAS DE QUE RETORNE al país, Alfonso Portillo ha generado revuelo en el descolorido panorama preelectoral. Es indudable que el exmandatario mantiene un alto nivel de popularidad que podría traducirse en caudal electoral para disputarle el espacio a Líder, PP y UNE, que no han logrado despertar mayor entusiasmo porque representan más de lo mismo. En particular, el portillismo como movimiento político se convierte en una fuerte amenaza para Manuel Baldizón, que creía tener la Presidencia en la bolsa y que, junto con los patriotistas, asumía que había logrado copar el espacio político con una fórmula bipartidista para hacer y deshacer sin mayor oposición.
EL RETORNO DEL EXMANDATARIO luego de haber cumplido su condena de 70 meses de prisión en EE. UU. por el delito de conspiración para el lavado de dinero, es solo parte de un movimiento político que se cocina desde hace meses. Portillo sería el caudillo que encabezaría una cruzada nacional cuyo discurso partiría del rescate de los valores ante una clase política podrida y el impulso de una reforma constitucional. Edmond Mulet aparece como el más probable candidato presidencial, acompañado por el excanciller Édgar Gutiérrez como vicepresidenciable, en tanto que Portillo encabezaría el listado nacional de diputados. Donde comienza a hacer aguas el bote es con el vehículo electoral: el partido Todos, de Roberto Alejos, que en la actual legislatura es bisagra de Líder y PP, y cuyos diputados provienen de la misma clase política que el portillismo dice rechazar.
EL PLANTEAMIENTO de un rescate de valores llama la atención del nuevo movimiento porque podría dignificar la política nacional, si fuera cierto. Se sabe que sectores empresariales reacios a apoyar a Portillo habrían recibido con beneplácito la eventual postulación de Mulet, que se ha hecho de un buen nombre en las Naciones Unidas, aunque tendrá que liar con el estigma de haber participado en adopciones ilegales de niños en los años 1980. Mulet se convertiría en el fiel de la balanza porque representaría el sector de derecha del movimiento y apaciguaría los temores del gran capital de una nueva confrontación con un Portillo ubicado a la izquierda, además de que sería más confiable que Baldizón para los empresarios.
LAS GRANDES INCÓGNITAS de este movimiento sería hasta dónde Portillo podría distanciarse de las estructuras mafiosas que lo rodearon cuando gobernó el país y de personajes oscuros que comienzan a verse en sus cercanías. Por ejemplo, Julio Girón, vinculado con negocios oscuros con fondos del Estado o la dirigencia de la UASP, que vendió al movimiento popular a partidos tradicionales. Otro tanto sería qué distancia podría marcar de la cofradía, esa estructura militar que funciona desde los años ochenta y que estaría vinculada a la corrupción. Si el portillismo intenta ser un movimiento de nuevo cuño haría bien en desvanecer estas dudas razonables de cuán alejado podría estar de esas viejas estructuras políticas y del crimen organizado que han hundido al país.
Publicado el 10 de febrero de 2015 en www.prensalibre.com por HAROLDO SHETEMUL http://www.prensalibre.com/opinion/A-donde-va-el-portillismo_0_1301270116.html
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