Clientelismo y campañas electorales

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PHILLIP CHICOLA

La forma de ganar elecciones cambió para siempre.
Los estrategas electorales dividen la campaña en dos módulos. La “campaña de aire”, que se refiere a la imagen y el discurso de un candidato vía publicidad y medios de comunicación. Y la “campaña de tierra”, que busca atraer directamente al votante, mediante recorridos de barrios y aldeas, organización de estructura partidaria local y generación de redes de afiliados.


En el 2003, Oscar Berger obtuvo la victoria en los comicios privilegiando “el aire”. Dadas las condiciones de la elección, la estrategia más efectiva fue desplegar una campaña mediática para consolidar su imagen, fortalecer su posicionamiento de marca y recordar al votante su buena gestión al frente de la comuna capitalina.

En el 2011, Sandra Torres construyó su caudal en tierra. Para ello, utilizó las políticas sociales e incorporó al padrón a un segmento poblacional ajeno al sistema: mujeres indígenas de la Guatemala profunda. Entre el 2007 y el 2011, la población empadronada en el altiplano y las verapaces aumentó por encima del 30 por ciento. Y las mujeres empadronadas aumentaron entre 40 y un 60 por ciento. Para organizar a estos votantes, Torres utilizó a las coordinadoras de Mi Familia Progresa (Mifapro), y estableció una red que integraba a líderes comunitarios, alcaldes, diputados y gobernadores. El clientelismo fue el elemento central del modelo: la entrega de una bolsa o una transferencia se convirtió en el medio para ganar y mantener fidelidades.

El Patriota entendió el monstruo al que se enfrentaría, y para contrarrestarlo, desarrolló su propia “campaña de tierra”. Las células patriota, inspiradas en el sistema de ventas de multinivel, tenían como objetivo organizar a un ejército de votantes a nivel local. Dentro del partido reconocen que se invirtieron más recursos en organizar y movilizar a las células que en publicidad.

Este cambio de paradigma tuvo un efecto en la medición de percepciones, ya que ninguna encuestadora fue capaz de medir el voto rural. Recordemos, la gran sorpresa de la primera vuelta 2011 fue el 23 por ciento de votos en favor de diputados de UNE-Gana, cuando las encuestas le daban la mitad. En otras palabras, la campaña de tierra genera un voto invisible.

Ante los esfuerzos del TSE de sancionar la campaña anticipada, los partidos se enfocan en esa “campaña de tierra”. El PP, vía la maquinaria de Estado y los programas sociales. Lider, por su parte, ha desarrollado su propio modelo de repartición de bolsas rojas. Mientras que la UNE apela a recapturar ese ejército de seguidores que le dio un millón de votos en el 2011. El partido Compromiso, Renovación y Orden (Creo) aprendió una dura lección: en el 2013 incorporó a sus filas a Neftalí Hernández, el gestor de Mifapro. Pero sin la repartición de prebendas, el modelo mostró ser poco efectivo. Es decir, para los partidos pequeños, el costo de entrada se disparó, pues sin suficientes recursos para una “campaña de tierra” de corte clientelar, no se es competitivo electoralmente.

He aquí el legado de Sandra Torres: transformó para siempre la forma de ganar elecciones en Guatemala.

Publicado el 03 de febrero de 2015 de www.elperiodico.com 
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150203/opinion/7981/Clientelismo-y-campa%C3%B1as-electorales.htm

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