Marta Yolanda Díaz Duran
Los impuestos, en particular los que castigan directamente a la inversión de capital y a quien es exitoso en la creación de riqueza, son los primeros responsables de la miseria que no puede superar la mayoría con menos recursos para satisfacer sus necesidades básicas y mejorar su calidad de vida.
Los impuestos solo benefician a los oportunistas que llegan al ejercicio del poder, a aquellos que parasitan dentro del aparato burocrático estatal y a los familiares y amigos de estos que se acomodan en una plaza innecesaria e improductiva o se las agencian para negociar jugosos contratos con el abstracto Estado.
Debido a la incapacidad de muchos de aceptar la realidad, ya que desde muy pequeños han sido programados a aceptar cosas que los mayores les dicen que son posibles a pesar de su imposibilidad, cuando llegan a adultos y un politiquero cualquiera les ofrece solucionarles la existencia y hacerse cargo no solo de los requerimientos esenciales para asegurar su supervivencia, sino además cumplir sus deseos, sobre todo el de no trabajar, fácilmente lo aceptan casi sin chistar.
Se tragan el cuento de que van a tener comida, educación, salud, vivienda… y todo lo que se les ocurra pedir. Y, lo que es peor, se convencen a sí mismos que fuera de votar por el ungido, prácticamente no tendrán que hacer nada. Creen que se merecen todo lo anterior y más sin haberlo ganado.
Una de las ironías de este engaño es que cuando se dan cuenta de que una bolsita de víveres al mes, una promesa incumplida de darles casa, educar a sus hijos y velar por su salud les sirve de poco, salen a exigir su supuesto derecho al trabajo, como si alguien tuviera la obligación de dárselos.
Pero lo que es peor, aquel que pudo en su momento crear empleos productivos que les permitieran dignamente satisfacer sus necesidades y aumentar sus ingresos reales, ya quebró su empresa ante la dificultad de salir adelante dentro de un sistema enemistado con el progreso y violatorio de los derechos individuales.
Cito a Ludwig von Mises en el capítulo XXVIII de “La acción humana” en el cual aborda el tema del intervencionismo fiscal: “Cuando proliferan desmesuradamente los impuestos, se desnaturalizan y se convierten en arma que puede fácilmente destruir la economía de mercado.
Esta metamorfosis del mecanismo impositivo en instrumento de destrucción es la nota característica de las finanzas públicas actuales. No se trata de juicios arbitrarios de valor respecto a si la elevada imposición fiscal implica daños o beneficios, como tampoco si los gastos financiados de este modo son o no acertados y, en definitiva, remuneradores.
Lo fundamental es que cuanto mayor es la presión tributaria más fácilmente se puede desbaratar la economía de mercado… el Talón de Aquiles del mecanismo fiscal radica en la paradoja de que cuanto más se incrementan los impuestos, tanto más se debilita la economía de mercado y, consecuentemente, el propio sistema impositivo”.
No más impuestos: son el alimento de los corruptos.
Publicado el 02 de febrero de 2015 en www.s21.com.gt http://www.s21.com.gt/principios/2015/02/02/impuestos-perpetuadores-miseria
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