¡Digamos no a la cleptocracia!

Los politiqueros y los militantes tributarios, que son las columnas que sostienen a la cleptocracia (aprovechamiento ilícito del patrimonio estatal) en Guatemala, están obcecados en imponer más tributos a la población. 

 

Además de los impuestos decretados en el “Paquetazo Tributario 2012” (elaborado durante el régimen Colom-Torres), que vino a erosionar sustancialmente los ingresos de la clase media (trabajadores, profesionales, técnicos, burócratas, pequeños y medianos empresarios), y en la Ley del Presupuesto 2015, mejor conocido como el “mamarracho presupuestario” (impuestos a la telefonía, al cemento y a la explotación minera y materiales de construcción), que se han impugnado ante la Corte de Constitucionalidad, los politiqueros y los militantes tributarios pretenden que el Congreso grave las transacciones (débitos) bancarias, la remesas familiares y las transacciones mediante tarjetas de crédito, aumente los impuestos al licor, a la cerveza y a los cigarrillos, incremente la tasa del IVA de 12 a 15 por ciento, imponga el “monotributo” al sector informal y decrete el denominado “impuesto de seguridad” sobre el patrimonio de las empresas.

A estas alturas, todos sabemos que el grueso del gasto público se destina a burocracia y a clientelismo político. Esto último es tan cierto que se ha determinado que el mal llamado “gasto social” no se está destinando a apoyar a los sectores más pobres o miserables del país, sino a segmentos electorales predeterminados, que benefician a los partidos de la “cleptocracia”. De esa cuenta, los politiqueros y militantes tributarios solamente piensan en un Gobierno para los que votan y punto.

No hay duda, entonces, que los cleptómanos electoreros solamente quieren más dinero para gastar en el marco de sus estrategias electorales. Eso sí, sin rendir cuentas, sin que se les persiga penalmente por enriquecimiento ilícito, sin que se les obligue a transparentar el gasto público, sin que tengan que responder por la calidad del gasto, sin que se prohíba el gasto discrecional, sin que se aplique la Ley de Contrataciones del Estado y sin que las transferencias presupuestarias estén sujetas a límite alguno.

De la efectividad de la fiscalización también nada. Son vehículos del desmadre en el sector público los fideicomisos estatales, los fondos sociales, las oenegés y los demás bolsones de gasto público. ¡Qué lindo repartir, embolsarse y gastar el pisto de todos, sin que nadie pida ni rinda cuentas de nada!

¡Guatemaltecos! Hay que detener esta danza de millones a nuestras costillas. Son tiempos de ejercer el derecho constitucional de resistencia contra la opresión.

Publicado el 08 de enero de 2015 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico 
http://www.elperiodico.com.gt/es/20150108/opinion/6898/%C2%A1Digamos-no-a-la-cleptocracia!.htm

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