Clientelismo mortal

El clientelismo mata las expectativas de superar el subdesarrollo político, económico y social del país.

La cultura clientelar dominante en el sistema político guatemalteco propia de Estados patrimoniales y de sociedades con altos niveles de pobreza y subdesarrollo, se cobró la vida de dos niños en una comunidad de Nahualá, donde después de un mitin del candidato Manuel Baldizón, una avalancha de personas se aglomeró para recibir boletos para una rifa, cediendo la plataforma montada para este acto, provocando una tragedia al morir los dos infantes y nueve heridos más de gravedad.

Es triste ver cómo esta relación de patrón-cliente mediante la cual el primero condiciona al segundo, ofreciéndole todo tipo de prebendas a cambio de apoyo electoral, domina la actividad política nacional al punto de haber convertido los partidos políticos en verdaderas despensas y misceláneas, y a los votantes en mendigos en lugar de ciudadanos.

El monitoreo sobre gastos de campaña realizado desde 1999 por Acción Ciudadana da cuenta que los partidos que más gastan en las campañas electorales son quienes más puestos de elección popular ganan en cada evento electoral, salvo contadas excepciones, evidenciando que la cultura clientelar es muy redituable, dando como resultado que el principio fundante de la democracia electoral, un ciudadano un voto, quede sin sustento favoreciendo el dominio del sistema por parte de los patrocinadores y financistas.

Los llamados “grandes” competidores Lider, PP y UNE, basan su estrategia electoral en su capacidad de llegar a cada comunidad del territorio nacional a entregar dádivas que funcionan como una especie de peaje, sabedores que las personas es lo único que esperan de ellos, pues estas, dan por descartado que vuelvan a verlos o ser recordados cuando los candidatos alcancen su objetivo.

Guatemala pasó de ser el país con menor inversión social en la región, a tener un Ministerio de Desarrollo; eso sí; sin política social pero sí con una infraestructura burocrática onerosa limitada a implementar programas de reparto de alimentos, fertilizantes, transferencias monetarias, animales, etcétera, sin ningún impacto medible en la reducción de pobreza y sin control de fiscalización.

La corrupción no tardó en apoderarse de estos programas y hoy en día, los principales beneficiarios de estos programas son los funcionarios de turno que compran los insumos sobrevalorados, enriqueciéndose sin límites y de ribete distribuirlos discrecionalmente con fines electorales.

El clientelismo mata las expectativas de superar el subdesarrollo político, económico y social del país, subordinando el presupuesto de la Nación a estos fines. Pero también como trágicamente ocurrió en Sololá, mató directamente a dos niños que sin saberlo fueron doblemente víctimas de este sistema patronal, que ya los había condenado antes al abandono y la miseria.

Publicado el 16 de diciembre de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Manfredo Marroquín
http://www.elperiodico.com.gt/es/20141216/opinion/6254/Clientelismo-mortal.htm

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