Un desastre de presupuesto

Si el Pacto Fiscal representó alguna vez un manual de buenas prácticas en materia fiscal, el Presupuesto de Egresos e Ingresos del Estado para el 2015 es todo lo contrario. Este presupuesto es el ejemplo de muchas de las peores prácticas en materia fiscal en acción. Suena duro, pero es la realidad. En este proyecto de presupuesto se incumplen todos y cada uno de los compromisos que inspiraron en su momento al Pacto Fiscal. Por ejemplo, en materia de Balance Fiscal, el primer compromiso de dicho pacto ordenaba que “el déficit fiscal debería situarse alrededor del uno por ciento anual del PIB… asegurando el equilibrio entre los ingresos y egresos del Estado en el último año de cada gobierno. Previo a una evaluación de desempeño, durante el primer trimestre de cada gobierno, deberán establecerse metas de balance fiscal”. Ni una ni la otra: el proyecto de presupuesto en cuestión se fundamenta, en última instancia, en el mismísimo déficit fiscal; de la evaluación de desempeño al inicio del siguiente gobierno mejor no decir nada, tal será el descalabro fiscal que herede el próximo gobierno que no habrá forma de reducir el déficit fiscal y, en consecuencia, el endeudamiento público. 

En materia del gasto público la situación es todavía más grave. El Pacto Fiscal establecía que “las prioridades básicas de gasto público… dado un contexto de recursos escasos y de necesidades insatisfechas… deberá canalizarse de acuerdo con prioridades claras”. Prioridades que, claro está, no deberían tener relación alguna con las prioridades político-electorales del gobierno de turno. En su segundo principio en materia de gasto público el Pacto Fiscal establecía nítidamente que el gasto público “debe enmarcarse dentro de una visión de desarrollo de largo plazo, como parte de un proyecto compartido de Nación, para lo cual debe obedecer a criterios de progresividad, solidaridad y equidad”. Si la situación en materia de balance fiscal es mala, en materia de gasto es aún peor. El proyecto de presupuesto público refleja cualquier cosa, sobre todo los intereses de las principales fuerzas políticas y de sus aliados, nunca los intereses de la nación o una visión de desarrollo compartida por todos. Lo más grave de todo es que, conforme pasa el tiempo, cada vez nos alejamos más de las buenas prácticas que alguna vez pudimos consensuar.

Publicado el 22 de noviembre de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico
http://www.elperiodico.com.gt/es/20141122/opinion/5210/Un-desastre-de-presupuesto.htm

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