ALFRED KALTSCHMITT
James Buchanan, premio Nobel de Economía en 1986, y fundador de elección pública (public choice) entre sus perlas de sabiduría, afirmaba algo que retrata a nuestro sistema: “Ningún sistema de organización social en el que los hombres puedan actuar libremente puede impedir la explotación del hombre por el hombre o de un grupo por otro grupo”. Su explicación es simple: “Está en la naturaleza del ser humano y a la necesidad de avanzar sus intereses individuales”. En esta columna quiero acuñar el término “popolista”. Una cepa aún más dañina que los populistas, que son aquellos que supuestamente buscan el agrado del pueblo, bajo la apariencia de defender sus intereses. En forma menos peyorativa, “aquellos que buscan construir el poder a partir de la participación popular y de la inclusión social”.
Los “popolistas” se especializan en engullir proyectos de cualquier naturaleza, digerirlos y defecarlos. En otras palabras, hacen popó todo lo que tocan. De cómo han logrado tal evolución en la escala de los populistas es que esta cepa carece totalmente de ideales, es más ambiciosa, más peligrosa y absolutamente sinvergüenza. Esta semana, cuando se violaron los derechos de millones de guatemaltecos por las tomas de carreteras, causando multimillonarias pérdidas, los responsables fueron los “popolistas”.
Cuando invaden una propiedad, roban las cosechas y después llaman a los derechos humanos para que negocien con ellos impunidad y les expediten la desocupación, son “popolistas”. Cuando toman un proyecto, sea minero, hidroeléctrico, etc., y se presenta la Policía, los derechos humanos, el mediador del Gobierno, el representante de la ONU, y se les conmina a abandonar, invariablemente, se rehusan.
Al entrar la fuerza pública para ejercer el poder coercitivo de la ley, activan sus puestos de confrontación, haciendo tres círculos: primero a los niños, después las mujeres, después los ancianos, y por último ellos se esconden atrás, en las malezas, con pasamontañas y una ruta de escape ya definida. En no pocas ocasiones disparan a matar a los policías. Estos son los “popolistas”.
Los “popolistas” fueron los que ayer financiaron la paralización del país con el pago de los 110 millones de quetzales que se roban de energía eléctrica a través de su organización Casa, principalmente en occidente. Con esa cuantiosa suma y tal empoderamiento económico son capaces de movilizar a cientos si es que no a millares de “popolistas” a su antojo.
Se me cae la cara de vergüenza, y me hierve la sangre de indignación, cuando escucho que los financistas de un proyecto hidroeléctrico después de batallar durante años para poder trabajar, estén metiendo el proyecto en el refrigerador indefinidamente para hibernar esta barbarie “popolista”. En puerta y listos para cerrar hay docenas de proyectos más. Y ni mencionar los inversionistas que simplemente ni consideraron a Guatemala para venir a invertir, precisamente por esa ingobernabilidad tan absurda, esa libertad licenciosa de algunos grupúsculos de “popolistas” que cada día, cual boa constrictor, con cada intento torpe de parte del Gobierno o una violación del debido proceso aprietan, bajando un peldaño más el indicador de atracción de inversiones, en estos momentos, el más bajo de la región.
Este país, campeón del mundo en pobreza, inseguridad, subdesarrollo y desnutrición infantil. Este país anhelando inversión para generar empleo —y lo que implica eso que llaman los economistas como el ciclo virtuoso de la riqueza—. Un aforismo para indicar que todos, desde el Gobierno, con la recaudación de más impuestos, hasta la tienda de Doña Lenchita, en la esquina del barrio, se benefician cuando alguien invierte. Huele a popo….
Publicado el 14 de noviembre de 2014 en www.prensalibre.com http://www.prensalibre.com/opinion/Los-popolistas_0_1248475143.html
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