La batalla por el Congreso

¿Para qué controlar la Junta Directiva?

El nervio de la política ha regresado al Congreso, donde ahora cualquier cosa puede pasar. Durante al menos una semana (del 25 al 30 de septiembre), las dos bancadas mayoritarias alcanzaron acuerdos para elegir a la Corte Suprema de Justicia y las Salas de Apelaciones. También compartieron los nombramientos de los dos delegados (titular y suplente) ante la Junta Monetaria. Media docena de acuerdos más, sin embargo, se tiraron por la borda. 

La alianza se rompió. No se sabe qué pasó, como tampoco se supo a ciencia cierta cómo y quiénes lograron un acuerdo que durante casi tres años fue imposible. Es más, ese desencuentro entre PP y Lider se tornó en una confrontación irreductible que durante muchos meses paralizó al Congreso, generando una anomalía democrática. O lo que denominaron algunos, una crisis de institucionalidad, pues el trípode de los poderes del Estado se sostuvo sobre dos pilares nada más; por momentos (cuando la CSJ no lograba elegir presidente) sobre uno. Y quién sabe cuántas veces el Estado entero no desafió la ley de la gravedad, pues ninguno de sus poderes funcionaba.

Los acuerdos entre PP y Lider nunca fueron anunciados formalmente. Ocurrieron de hecho, y de hecho también se rompieron. Lastimosamente llegaron en torno a una materia y de una forma que, en vez de darle gobernabilidad al Congreso y a los otros poderes del Estado, provocaron inestabilidad. La alianza fue percibida como un golpe a la legitimidad (independencia) de las nuevas Cortes, y se desencadenó en una crisis de legalidad cuando la Corte de Constitucionalidad ordenó ampliar el periodo constitucional de los magistrados, mientras resuelve una larga fila de amparos.

El rompimiento de la alianza no vuelve las aguas a su nivel. Ha provocado una dinámica inédita en el Congreso y para el partido oficial. Hace un año hubo un conato –que solo quedó en eso– de ganarle la Junta Directiva al PP, que contaba con margen de maniobra. Básicamente Lider no entró, entonces, a la disputa. Esta vez los bloques están más activos y el PP más desgastado, y con el proceso electoral a las puertas.

Pero, ¿para qué querría la oposición el control de la Directiva? Solo si hubiese una agenda sustantiva vale la pena, aunque sea en el último año, un cambio de dinámica en el Congreso, pues de lo contrario todo seguirá siendo danzas de dinero. Una agenda sustantiva incluye la reforma a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, que ya tiene el dictamen favorable de la CC. Y, por qué no, una reforma a la Constitución en aquellas áreas donde ya hizo aguas, y que puede ser refrendada (o no) a la hora de llamar a la ciudadanía a las urnas en septiembre próximo.

Publicado el 23 de Octubre del 2014 en www.elperiodico.com.gt por Edgar Gutiérrez
http://www.elperiodico.com.gt/es/20141023/opinion/3739/La-batalla-por-el-Congreso.htm

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