Fuga de cerebros

Ha sido noticia en casi todos los medios la emigración de niños a los Estados Unidos, que es un problema para el país. Sin embargo, hay otro tipo de emigración que es mucho más impactante y de mayores repercusiones a nivel nacional: la emigración de jóvenes profesionales en busca de un mejor porvenir. Durante el conflicto armado, estudiantes sobresalientes y profesionales recién graduados se fueron del país, en búsqueda de mejores condiciones para desarrollarse, muchos al huir de la represión. A pesar de la firma de los acuerdos de paz, la situación no cambió, sino que está aumentando. El principal problema ahora es la inseguridad del país y las escasas oportunidades que los gobiernos han generado para las personas que se preparan.
 

Al conversar con estudiantes universitarios, para la gran mayoría su mayor sueño al graduarse es estudiar posgrados en universidades extranjeras, lo que sería beneficioso para el país, si ellos regresaran a poner en práctica lo aprendido y al servicio de la Nación. Sin embargo, el sueño de ellos va más allá y es radicar en el extranjero, pues encuentran mejores condiciones para desarrollarse y, lo más triste, piensan que cuando tengan sus hijos, Guatemala no es el mejor lugar para ellos.

Muchos países desarrollados también están en problemas con sus ciudadanos. Muchos ya no desean estudiar carreras científicas donde los grados de exigencia son muy altos, por lo que están también capturando talento humano proveniente de países con menos desarrollo. Países del primer mundo como Corea del Sur, Suiza e Inglaterra tienen políticas para atraerlos, especialmente a la hora de otorgar visas. EE. UU. capta a muchos de los profesionales que emigran, por tener las mejores universidades del mundo. Según el ranquin mundial de universidades, entre los primeros 10 puestos figuran seis   estadounidenses, convirtiéndose en valiosa oportunidad para seguir desarrollando el talento.

Los países subdesarrollados, como el nuestro, invierten en educar a quienes finalmente emigran, y las familias sufren problemas sociales por su separación. Pero  para los jóvenes profesionales es adecuada oportunidad, pues encuentran mejores salarios y condiciones de vida. Los países del tercer mundo, como el nuestro, no logran retener a sus talentos.  Lo único que los hace dudar es la nostalgia.

Existen datos de que nuestro país tiene en el exterior entre 25 y 30% de su personal calificado, y se han hecho cálculos de que el ingreso de remesas no compensa la pérdida que el país ha tenido por la fuga de personal altamente capacitado.

Lo lamentable del caso es que  mientras las condiciones laborales, económicas, morales y de seguridad no mejoren, la fuga de cerebros seguirá existiendo, poniendo al servicio de otras naciones su talento, en menoscabo del desarrollo de nuestro país. Es urgente crear iniciativas para frenar la fuga de nuestros jóvenes profesionales, para soñar en que ellos, en lugar de añorar vivir en esos lugares, los vean únicamente como un bonito lugar para ir de turismo. No olvidemos que, en el futuro cercano, el poder   estará cimentado en el conocimiento y no en lo económico.

 
Publicado el 06 de octubre de 2014 en www.prensalibre.com por Samuel Reyes Gómez
http://www.prensalibre.com/opinion/Fuga-de-cerebros_0_1225077813.html

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