Urge poner un alto a las pandillas

No son pocos los guatemaltecos que han tenido una experiencia cercana en el tema de la extorsión, ya sea por un testimonio propio o por la cercanía de un hecho como este. No hay duda de que en los últimos años este delito ha tenido un auge importante, a tal punto que se ha convertido en la actividad más rentable de las pandillas, según investigadores de la Unidad de Acción Nacional contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas (Panda), de la Policía Nacional Civil (PNC).

Es tal el margen de ganancia que esta actividad ilegal deja, que los miembros de las maras hicieron a un lado actividades de mayor riesgo, como los asaltos a bancos y secuestros, para dedicarse a extorsionar; de hecho, según Panda, el 30% de las extorsiones tiene origen en estos grupos delictivos.

El Instituto de Problemas Sociales Nacionales de la Universidad de San Carlos (Ipnusac) califica a las pandillas como un “fenómeno criminal en proceso de fortalecimiento”, lo cual se comprueba con hechos recientes como el del 2 de julio, cuando hicieron explotar una granada contra un camión repartidor en la zona 18, o el hallazgo, el 26 de agosto, de un arsenal en una guarida de la zona 4 de Villa Nueva.

Como resultado de sus actividades extorsivas, los pandilleros han instalado negocios de todo tipo en los barrios donde tradicionalmente operan, como un medio de lavado de dinero. A pesar de ello, no cesan en sus operaciones delictivas; por el contrario, van extendiendo su territorio y burlando a la autoridad. Es tal su nivel de penetración en la sociedad, que la misma PNC reconoce que la metrópoli en su totalidad se ha convertido en una zona roja.

Mientras la Mara Salvatrucha siembra terror en 13 zonas capitalinas, la 18 lo hace en 7. Esto no excluye a los municipios aledaños, principalmente Mixco, Villa Nueva, San Miguel Petapa y Villa Canales, donde hay presencia de ambos grupos que operan al margen de la ley.

El fenómeno de las maras no puede verse únicamente como un tema de seguridad, pues se trata de un problema que atañe también a los núcleos familiares. Los jóvenes que se acercan a las pandillas tienen denominadores comunes como la pobreza, la desintegración familiar y la falta de orientación vocacional. El país sigue en deuda con su gente, al no tener la capacidad de ofrecer una educación digna ni las oportunidades de trabajo que permitan encaminarse hacia el desarrollo. Nada justifica cometer una fechoría, pero mientras más espacios se den a la juventud guatemalteca, menos inclinaciones tendrán hacia ese camino equivocado que los pandilleros han sabido disfrazar de efímeras riquezas y poder.

Publicado el 08 de septiembre del 2014 en www.siglo21.com.gt escrito por editorial siglo 21
http://www.s21.com.gt/editorial/2014/09/08/urge-poner-alto-pandillas

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