Asesinatos cada vez más comunes

CONFORME PASA EL tiempo, se reduce la atención y lamentablemente también la indignación popular por los asesinatos de los pilotos de autobuses urbanos, una de las profesiones más riesgosas del país. Es increíble, pero esos crímenes se han convertido en parte del paisaje social, y la manera de cometerlos se repite a diario: un marero u otro tipo de delincuente aborda el vehículo o espera la llegada de uno de ellos para dispararle con el fin de matarlo, muchas veces sin mediar palabra. Luego llegan los cuerpos de socorro, y llevan los cuerpos inertes de los choferes para iniciar los trámites previos a entregarlos a sus familiares. Hay una aceptación generalizada de estos hechos y al día siguiente será otro quien perezca de esa forma.
 

A VECES, CIERTAS imágenes provocan reacciones de conmiseración y de pena. Se acaba de celebrar el Día de San Cristóbal, patrono de los choferes, y fue doloroso observar a numerosas viudas y sus hijos, ahora huérfanos, reunidos para recordar a sus esposos y padres. Ellos son las verdaderas víctimas, y uno de los factores más dolorosos de todo lo constituye el problema provocado en los tribunales porque las decisiones de los jueces dejan en libertad a delincuentes, muchas veces sorprendidos ya sea in fraganti o poco después de cometido el crimen, y lo hacen porque algún requisito no ha sido llenado correctamente. O sea, por legalismos. Esto decepciona a las autoridades policiales, como lo han señalado autoridades del Ministerio de Gobernación.

EL TEMA DE LA VIOLENcia en la cual se involucran vehículos y conductores, no solo se refiere a las muertes violentas por armas de fuego en asaltos. Hay otro tipo: la derivada de desobedecer las leyes de tránsito a causa de manejar a excesiva velocidad o bajo efectos severos o livianos del alcohol. Este tipo de violencia constituye claramente un ejemplo de homicidio culposo, es decir no voluntario ni planificado pero en el cual concurren elementos derivados de la voluntad humana, como correr en las calles y carreteras o hacerlo a mayores velocidades de las permitidas. Por cierto, las pruebas de alcoholemia no pueden jamás ser consideradas como manera de autoincriminarse y por tanto de poder ser rechazadas por alguien sospechoso de ebriedad.

ESTA CLASE DE DELITOS constituyen subproductos de la situación general del país, y los une la casi segura impunidad en la cual serán arropados. Hace unos días, en la 4ª calle y 5ª avenida de la zona 1, observé desde mi automóvil a un motorista acercarse a un autobús, alargar la mano y recibir un manojo de billetes entregado por el chofer de la manera más rápida y discreta posible. Era, nada más y nada menos, el pago de la extorsión a maleantes a cambio de respetar la vida del conductor. El motorista se detuvo al lado de la camioneta detenida, esperando la luz verde del semáforo, y realizó la misma operación. O sea: es un punto de recaudación a chantajes.

A ESTA VIOLENCIA AYUdan también los cepos municipales. Los coloca un agente y escapa de inmediato. La víctima debe ir a algún banco —muchas veces lejano— a pagar la abultada multa, y mientras lo hace el vehículo se queda interrumpiendo el libre paso del tránsito y con ello creando problemas de comunicación vehicular. Pero de todo lo señalado aquí, claro está, lo peor son los asesinatos de los choferes de autobuses urbanos. Los pasajeros escapan de los autobuses, temerosos de haber sido vistos por los maleantes y de futuras represalias. Los criminales seguirían ganando la batalla en forma directamente proporcional al éxito de las acciones policiales y a la eficiencia del sistema legal del país, tan lleno de motivos para ser cuestionado.

Publicado el 01 de agosto de 2014 en www.prensalibre.com por Mario Antonio Sandoval 
http://www.prensalibre.com/opinion/Asesinatos-cada-vez-mas-comunes_0_1185481470.html

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