Resulta ofensivo el descaro con el que dirigentes de los partidos políticos desprecian la capacidad racional y la integridad de los ciudadanos, incurriendo en abierto engaño, para actuar como les viene en gana y eludir los límites de la moral y de la ley.
Lo hizo la señora Torres cuando se divorció legalmente del entonces Presidente de la República, para eludir la prohibición contenida en el Artículo 186 constitucional que claramente prohíbe optar al cargo de Presidente a los parientes dentro de los grados de ley de quien esté ejerciendo la presidencia; hoy, para continuar con la propaganda permanente basada en su figura, el señor Baldizón del partido “Lider”, se divorcia legalmente de sí mismo ya que es amo y señor de esa organización.
Lamentablemente, ese hecho no parece impactar a buen número de guatemaltecos que prefieren escoger la limosna condicionada e inmediata de quien se perfile como potencial puntero, aun previendo el daño que se ocasiona al país y a todo ciudadano.
En una línea menos sonora pero igualmente elusiva del contenido de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, el Partido oficial ha optado por promover la constante presencia pública del actual Ministro de Comunicaciones, a quien el propio Presidente reconoce como el candidato ungido para disputar la presidencia el próximo año.
De esa manera, por un lado tenemos a un Baldizón quien constantemente exhibe ausencia de escrúpulos, haciendo gala de “listuras” que lamentablemente han sido exitosas para sus propósitos y a un “servidor público”, el ministro Sinibaldi, quien se promueve públicamente gozando del aval del Presidente de la República, quien racionaliza la necesaria presencia del funcionario en toda inauguración de obras ejecutadas por su cartera.
Ciertamente, las distintas organizaciones políticas están acudiendo al TSE para formular declaración sobre el retiro de propaganda en los distintos Departamentos en cumplimiento de la resolución de fecha 16 de mayo 2014, que suspendió temporalmente a los 11 Partidos que han incurrido en violaciones a los límites fijados en la Ley Electoral y su Reglamento. Pero mientras muchos actúan de buena fe acatando las disposiciones del TSE, otros encuentran las vías para jugarle la vuelta a las instituciones manteniendo la promoción de las figuras que competirán en el proceso que se avecina.
Esos ejemplos destruyen cada vez más la conciencia sobre la importancia de la ética y de la verdad, especialmente en la función pública cuyo ejercicio redunda en bienestar o daño para la población en general.
Y muchos se preguntan, ¿qué haremos si todas las candidaturas a la presidencia y la mayoría del Congreso están permeadas por esa ausencia de valores y de congruencia con la mística que se espera de las autoridades que suponen representar el interés general? Dado nuestro historial, pareciera que la respuesta sería escoger a quien se perciba como menos dañino. Pero, ¿será esa la mejor respuesta ciudadana?
No lo creo así. Considero que ante la impotencia ciudadana que se acentúa progresivamente, el voto tendría que anularse para no avalar lo que ya sabemos nocivo. Interesante sería alcanzar una mayoría de votos intencionalmente nulos para mostrar que los guatemaltecos exigimos una progresiva superación a nivel nacional y que estamos conscientes que si no predominan el respeto a la Ley, la rectitud, la transparencia y la mística que debe privar en el servidor público, nunca alcanzaremos el avance sostenido y el progreso al que aspiramos todos en un mediano plazo.
Publicado el 23 de julio de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Marta Altoaguirre http://www.elperiodico.com.gt/es/20140723/opinion/251300/
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