Hacer como que hacemos

Mientras el binomio presidencial dedica parte de su tiempo a realizar gira de medios en el marco de los 30 meses de gobierno para destacar los logros de su gestión, una realidad distinta opera en las calles. En el medio, una serie de incongruencias fruto de visiones marcadamente distintas. Mientras se anuncia la disminución de los homicidios por cada cien mil homicidios, de 38 a 30, se observa un repunte en el asesinato de pilotos de buses, producto de la presencia constante de las redes de extorsionistas; el uso de granadas por parte de clicas, expresión del inexistente control gubernamental en el tráfico de armas y el incremento de las relaciones entre pandillas y crimen organizado que ahora apuestan por la tríada muerte-miedo-control territorial. Dos o más realidades que se traslapan bajo un solo prisma de sobrevivencia permanente.

Tal parece que no se quieren dar los pasos adicionales que permitan ir más lejos con los limitados resultados. Por ejemplo, en materia de política penitenciaria se anuncia con bombos y platillos la inversión de poco más de mil millones de quetzales en la ampliación de carceletas para responder al crecimiento desproporcionado de la población carcelaria.

Esa decisión es correcta, siempre que no se trate de la única acción resonante y siga dejando en la canasta de los pendientes recobrar el control en las cárceles para que dejen de ser escuelas del crimen y perfectos espacios para que los criminales operen con total impunidad, mejor que en las calles. Construir nuevos espacios en un marco de opacidad no solo genera resquemores sino, además, indica que no hay interés de ir más lejos.

Es común que la realidad supere, muchas veces con creces, los esfuerzos gubernamentales. Más en la medida en que el rasgo más reconocido sea un activismo marcado por el trabajo constante, pero que no suma porque lo hecho no responde a resultados concretos, no hay valor agregado. Eso es lo que denomino el ciclo del gánster, quien dedica buena parte de su vida a correr constantemente en una jaula circular sin llegar a ningún lado.

El efecto más nocivo como sociedad es la marcada tendencia a no pensar ni moverse más del metro cuadrado en donde estamos ubicados. Contrario a otros momentos donde aún privaba cierta motivación para no dejarse caer en la anomia total, observo con preocupación que el momento actual se caracteriza porque nadie quiere ni siquiera abordar aquellos temas cargados de angustias, temores y males. Ni siquiera tener ganas de conversar indica que hemos pasado a un estadio de mayor drama, donde no queda más que seguir respirando aunque no sepamos para qué.

Ese es el principal parámetro para medir si una sociedad va en la línea de sacar la cabeza del agua, o si, por el contrario, nos seguimos hundiendo sin que los líderes políticos hagan mayor cosa para impedirlo. Esas percepciones son el principal indicador para medir si como sociedad tenemos viabilidad, posibilidad de salir avantes y conductores que tienen cierta idea de lo que tienen en sus manos y hacia dónde nos llevan.

 
Publicado el 17 de julio de 2014 en www.prensalibre.com por Renzo Lautaro Rosal 
http://www.prensalibre.com/opinion/Hacer-hacemos_0_1176482365.html

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