Oportunidades perdidas

Por lo general, en política los astros suelen alinearse en lo que llamamos las coyunturas; momentos, circunstancias que se conjugan para impulsar decisiones, aprovechar oportunidades, imponer agendas.  Esos alineamientos pueden ser favorables o contrarios.  Bajo ese marco, el gobierno central está viviendo una época de temporales donde sus capacidades para el manejo de los riesgos está venida a menos y no hay campaña mediática que los libre de los señalamientos sobre la constante de movimientos defenestrados. Le llueve sobre mojado. Primero, una operación de toma de control de la SAT por las buenas o por las malas a partir de la pseudocontratación (imposición) de una empresa libertina dispuesta  a ser la punta de lanza de un nuevo mecanismo donde manejar los hilos de la tributación es un gran negocio, depende qué botón se apriete.

Error tras error y fuente de articulación para que tanto evasores como los cuestionadores de la corrupción galopante esgriman todo tipo de críticas. Operación que denota el desenfreno y la estrechez de pensamiento como fuentes de poder.

Ahora, los astros vuelven a confirmar que están desalineados. Sale a luz, más por denuncia del Gobierno de Estados Unidos que por vocería nacional, el fenómeno de la masiva migración infantil. El asunto toma a los gobiernos del triángulo norte con los pantalones bajos.

Encima, el anuncio que la reforma migratoria seguirá durmiendo el sueño de los justos. Exceso de ingenuidad, interés porque los otros “solucionen” los asuntos torales que nos corresponden pero que los gobiernos desatienden. Y si eso no era suficiente, el presidente Obama envió una carta al Congreso en la que solicita, entre otros asuntos, poderes adicionales para deportar de inmediato a los niños de la región que han entrado ilegalmente. Como guinda al pastel, en la frontera México-EE. UU. se encuentran los restos de un niño guatemalteco que procedía de Chiantla. Todo un cuadrado de hechos que pone más presión a los tres gobiernos involucrados.

En nuestro caso, sin una política exterior vigorosa que articule, negocie, presione y exija; sin política social que edifique compensadores y al menos mitigue las penurias, y una política de seguridad reactiva que sigue muy por detrás de los avances de las redes criminales, no hay mayor esperanza ni escapatoria para que después de décadas evasivas, tengamos que hacernos cargo de una agenda que desde el inicio ha sido nacional.

Un gobierno que no tiene la más mínima capacidad de identificar y capitalizar las posibilidades, se convierte simple y sencillamente en administrador.  Son operadores veleta que funcionan según la orientación del viento, sin capacidad de imponer ritmo, incapaces de pensar y actuar por cuenta propia.

 Ante ese panorama desolador, “solo” les queda apostar por su sobrevivencia por la vía del acaparamiento, la centralización del poder, la derivación de los pocos apoyos posibles hacia aquellos que aún pueden prestar cierta cuota de oxígeno a una alicaída instancia que nuevamente confirma lo que significa perder oportunidades.

 
Publicado el 03 de julio de 2014 en www.prensalibre.com por Renzo Lautaro Rosal
http://www.prensalibre.com/opinion/Oportunidades-perdidas_0_1168083208.html

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