Mentiras de coyotes ponen en riesgo a niños

Numerosos padres de familia son engañados a diario por grupos de coyotes en el Altiplano vendiéndoles la idea de emigrar a Estados Unidos en compañía de sus hijos. Los tratantes de personas les aseguran que en cuanto los menores arriben a suelo americano gozarán de beneficios migratorios.
 
Mentiras de coyotes ponen en riesgo a niños
Los coyotes cobran entre $6 mil y $10 mil para trasladar a los menores a EE. UU. Fotos: Rafael Rosales/s21

La falsa promesa surge porque las leyes estadounidenses prohíben deportar a los infantes que provienen de países que no comparten frontera con Estados Unidos, como Guatemala, El Salvador y Honduras.

Esa carnada ha servido para embaucar a varios padres de familia de aldeas de San Andrés Itzapa, Chimaltenango, quienes inician la odisea en compañía de sus hijos.

“Muchos vecinos han emigrado con ese engaño, en especial de las comunidades de San José Calderas, San Andrés Itzapa y Chimachuy”, relata Wilfido Bagual, alcalde de San Andrés Itzapa.

El jefe edil explica que otros, con ese mismo argumento, han embaucado a familiares de niños cuyos padres radican en la nación del Norte, indicándoles que la reunificación familiar es una política que impulsa el Gobierno estadounidense, y los niños entran sin problemas en ese país. Muchos pobladores desconocen que esa es solo una “carnada” que pone en riesgo a los infantes, según el funcionario.

Un viaje temerario
Hace 45 días, los esposos Azurdía Santos, junto a dos de sus cuatro hijos menores de edad, emprendieron la travesía para lograr el sueño americano, y con el objetivo de que sus hijos pudieran gozar el supuesto beneficio migratorio. Sin embargo, el viaje fue truncado cuando atravesaban México, al ser detenidos por las autoridades migratorias. Fueron deportados.

Ese viaje fallido no les restó ímpetu para intentarlo de nuevo. Marisol Chuy Santos, de 15 años, relata cómo su madre, su padrastro (a quién llama papá) y dos de sus hermanos viajaron nuevamente “hace 15 días”. “Ellos decidieron irse otra vez a Estados Unidos, porque dicen que ahora van tener la oportunidad de quedarse allá, por mis hermanos, ya que la ley los beneficia”.

“Nosotros somos cuatro (hermanos), pero no nos podían llevar a todos porque sale muy caro; primero se llevaron a mis otros hermanos y después mandarán por nosotros”, refiere Marisol, quien este año debía cursar primero básico, pero no pudo continuar estudiando por falta de recursos económicos y también porque debía cuidar a su hermano de 8 años. Actualmente viven con sus abuelitos, en San José Calderas, Chimaltenango.

“Mi papá (padrastro) Rolando Azurdía, va con mi hermanita Anayansi Azurdía, de 5 años, y ya están en la frontera de México con Estados Unidos; mi mamá (Martha Yolanda Santos Gómez) va 12 horas atrasada, con mi hermano Hipólito Chuy Santos, de 17 años”, relata la menor.

Marisol manifiesta que los guías (coyotes) les informaron que ingresando con los menores en Estados Unidos tendría más posibilidades de quedarse en ese país.
San José Calderas es una aldea de San Andrés Itzapa y posee una población de 3 mil personas; más de la mitad tiene familiares que radican en varios estados de EE. UU.

En 2008 fueron detenidos más de 300 connacionales en Postville, Iowa, en una planta procesadora de carne; más de la mitad era de esa aldea. Las remesas son el principal ingreso económico de la comunidad, según el pastor de la Iglesia Cuadrangular, Vicente Santos.

Daños colaterales
Henry Catú cuenta que, debido a la enfermedad y muerte de su madre, él adquirió una deuda de Q35 mil, y por la preocupación de saldar ese préstamo decidió viajar indocumentado a EE. UU. y le costó Q50 mil la travesía.

Tras 8 meses de permanecer en Postville, fue detenido en su trabajo y permaneció 6 meses más en un centro de detención sin derecho a llamadas. “Cuando iba a salir, me dicen: ‘tú no puedes irte, aún tienes una cita con el juez’. Pasé un mes más esperando la cita y, al llegar el día de la cita, el juez me dijo: ‘yo no tengo nada contra ti y si en 72 horas nadie te reclama, te dejó libre’”.

Al salir del centro de detención, se comunicó con su esposa, quien le informó que “la deuda ya había aumentado y tenía que pagar Q135 mil, con intereses. Los coyotes presionaron a su familia para que saldara la deuda exigiéndoles el desalojo de su residencia. Ante esas presiones, su hijo Deyvid Eduardo Catú se suicidó. El padre, impotente, permaneció en EE. UU., pagó la deuda y retornó al país.

Reunificación familiar
Griselda Toj manifiesta: “En 2006 viajé a EE.UU con mi esposo (Fidelino Gómez) y mi hija Alison Gómez”. “Allá tuve a mi segundo hijo y dos años después nos deportaron por ser indocumentados. Estando aquí, mi hijo se enfermaba mucho; a él se le tapó un pulmón y aquí no podían operarlo, por lo que decidimos enviarlo de nuevo a Estados Unidos, y mi esposo dijo que él se iba de mojado (ilegal) para estar con él”. El menor fue operado hace dos semanas y su padre no puede brindarle los cuidados que requiere. “Mi esposo tiene que trabajar y no puede cuidarlo; mi hija tendrá que irse, pero como no tiene papeles, se irá ilegal”.

Marisol Chuy | Su familia viaja ilegalmente a EE. UU.
“Nosotros somos cuatro hermanos. Mis papás se fueron hace 15 días a Estados Unidos porque aquí no se tienen las mismas oportunidades que allá y se llevaron a dos de mis hermanos con ellos. Ahora vivo con mis abuelitos y yo soy quien cuido a mi hermanito de 8 años que se quedó. El no tener dinero y no encontrar trabajo hizo que yo no estudiara este año y por eso se fue mi familia, para ir a trabajar. Solo se llevaron a mis dos hermanos, porque con ellos es más seguro que mis papás se queden allá en el Norte (EE. UU.) y también porque salía muy caro irnos todos de una vez. Después nos van a llevar a nosotros también. Yo no tengo miedo de irme porque sé que al llegar vamos a estar juntos”.

Griselda Toj | Inmigrante
“Las pocas posibilidades de trabajar hicieron que mi esposo Fidelino Gómez, mi hija Alison y yo nos fuéramos a Estados Unidos. Allá tuve a mi segundo hijo, Dayson. Nos regresamos porque a mi esposo lo agarraron en una redada. Mi hijo se enfermó de bronconeumonía y necesita que le operen un pulmón. Como él nació allá hicimos lo posible para retornar y que lo operen. Mi esposo se fue otra vez ilegal para acompañarlo. Gracias a Dios ya está con mi hijo. Pero como él tiene que trabajar, no puede cuidarlo ahora que está operado; por eso, mi hija, que ahora tiene 14 años, quiere irse a Estados Unidos para cuidar a su hermanito hasta que se recupere de su enfermedad”.

Henry Catú | Inmigrante 
“El coyote me cobró Q50 mil para llevarme a EE. UU., y con el salario que percibía allá no pude salir de mis deudas, más que solo pagar un poco de intereses. Estuve casi tres años allá, me detuvieron y me llevaron a prisión. El trato no fue bueno, y después de seis meses me dejaron en libertad en una calle de Iowa, con un pantalón de fibra de vidrio y unos zapatos del mismo material; no me devolvieron mi ropa. Un mes después recibí una llamada informándome que mi hijo se había suicidado por la presión que ejercía el coyote. Venía a mi casa a cobrar lo que le debía. Mi hijo escuchaba que si no le pagábamos nos quitaría la casa en donde vivimos. Ya le pedí perdón a mi hijo y le agradezco a Dios el estar ahora con mi familia”.

Vicente Santos | Pastor evangélico de la Iglesia Cuadrangular
“El motivo de que se vayan los niños es porque ahora dicen que los padres que van con sus hijos tienen oportunidad de quedarse. Esta situación es preocupante; hace falta que el Gobierno cubra las necesidades que tienen las personas que viven aquí, como salud, educación y trabajo; eso ayudaría para que las familias no tengan que tomar estas decisiones. La población debe confiar en Dios, y saber que aquí en su país también pueden vivir y lograr muchas cosas, pero estando unidos como familia. Al tratar de viajar ilegalmente corren muchos riesgos, incluso perder la vida. A otras personas las agarran, las tienen mucho tiempo en la prisión y luego solo las deportan. Hago un llamado para que no se arriesguen viajando así”.

Pueblos de migrantes
– San Andrés Itzapa
Posee aproximadamente 32 mil habitantes distribuidos en 9 aldeas. Los pobladores se dedican a labores comerciales y agrícolas. Producen arveja china, repollo, rábano, güisquil y brócoli, entre otros.

– Historia
Fue escenario del asesinato de 22 campesinos de la aldea El Aguacate en 1988, hecho por el cual se juzga a exmiembros de la ORPA.

– Recursos
Recibe un alto flujo de remesas, debido a que más de la mitad de sus habitantes tiene familiares radicados en Estados Unidos.

– San José Calderas
San José Calderas es una aldea de San Andrés Itzapa y posee una población de 3 mil personas, similar al total de los residentes de Postville, Iowa, Estados Unidos. A ese punto emigraron sus habitantes para trabajar en una planta procesadora de carne.

– Famosos por migrar
En mayo de 2008, los pobladores de esa localidad acapararon los espacios de los medios de comunicación. Detuvieron a 300 guatemaltecos en la planta procesadora de carne en Postville, y más de la mitad de los capturados eran oriundos de Calderas; todos fueron deportados. Muchos de ellos regresaron a Estados Unidos.

  • En albergues Según un informe remitido por funcionarios de la Embajada de Estados Unidos al Gobierno de Guatemala, en los albergues de Texas y Arizona están retenidos 11 mil 662 menores guatemaltecos. El Gobierno estadounidense gestiona su deportación para las próximos meses. Se estima que la cifra de menores que cruzan solos la frontera de EE. UU. superará los 80 mil a finales de año.
Publicado el 01 de julio de 2014 en www.s21.com.gt por Denise Berdúo 
http://www.s21.com.gt/nacionales/2014/07/01/mentiras-coyotes-ponen-riesgo-ninos

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