La crisis humanitaria de la niñez migrante

Pero la crisis está acá.
En los últimos 20 meses han sido detenidos en los EE. UU. más de 85 mil niños que son trasladados sin familia adulta de manera ilegal desde El Salvador, Guatemala y Honduras, la mayoría. Las autoridades estadounidenses declararon que ese grave cuadro sin precedentes configura una crisis humanitaria. De acuerdo a Prensa Libre (11/06/14) una comisión del Senado aprobó un presupuesto de US$2 millardos a fin de que el Gobierno federal enfrente la emergencia.
 

Pero la crisis humanitaria en realidad viene ocurriendo, silenciosamente, ante nuestras narices, sin que reaccionemos. La gente que la sufre lo dice de diferentes formas: no hay empleo y se hace lo indecible para supervivir. Las condiciones sociales en los barrios suburbanos, las ciudades intermedias y en las comunidades rurales continúan deteriorándose. Mayor hacinamiento, y más niños y jóvenes sin ocupación ni escuela, pero con drogas y armas a la mano. La familia, como el Estado, cada vez más ausente. Hay pueblos enteros en el Oriente y Occidente del país sin hombres adultos; las madres salen a buscar la vida, mientras los chicos quedan a merced de las maras.

No extraña que el cerrado horizonte de vida de esos chicos introduzca una radical alteración de valores de la sociedad. Para las últimas tres generaciones con capacidad de adquirir la canasta básica era factible, no obstante las limitaciones del ambiente, cierta movilidad social. Los abuelos que no fueron a la escuela, enviaron a estudiar a nuestros padres; ellos, que quizá no alcanzaban a terminar la primaria, nos pudieron financiar carreras preuniversitarias. Había una aspiración profesional que encajaba en el desarrollo de la sociedad: ser maestros, militares, enfermeras, abogados, ingenieros.

Ese sueño se ha ido desvaneciendo entre la población pobre y está siendo reemplazado brutalmente. Para la sociedad indolente –que somos– es una pesadilla, pues los niños de esos barrios marginados aspiran a ser sicarios. El sicariato da plata, acceso a autos, consumo y servicios inimaginables. El sicario es temido y adquiere estatus en ese medio. A la pregunta ¿pero apenas logran el umbral de los 23-25 años de edad? responden: “Más vale pocos años de rey, que toda una vida de buey”.

Ahora unos chicos de tres, cinco, diez años son llevados buscando otro sueño fuera de acá. De la mano de sus madres, tratan de seguir las huellas del padre y se extravían. La ruta está sembrada de serias amenazas: redes de trata y esclavitud, narcos y organizaciones que trafican órganos. Su vulnerabilidad es extrema y nos espantan los reportajes que trasladan los medios. Pero la crisis está acá, aunque los rascacielos y autos de súper lujo, la estabilidad monetaria y el crecimiento del 3.5 por ciento de la economía nos impidan verla. Sin reformar el modelo económico el horizonte se volverá más sombrío para más y más gente.

Publicado el 12 de junio de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Edgar Gutiérrez
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140612/opinion/249062/

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