Si usted fuera dueño de la mayor empresa de Guatemala y tuviera que escoger al gerente general, tendría mucho cuidado de buscar a un ganador: que fuera honrado, que supiera trabajar en equipo, que fuera líder, desde luego, que tuviera grados académicos y extensa experiencia profesional. No buscaría a un perdedor, desempleado o inmoral. Y para manejar las finanzas del país, bastante mayores que la más grande empresa chapina, habría que usar el criterio expuesto.
Al integrar su gabinete, Otto Pérez Molina escogió para Ministro de Finanzas a Pavel Centeno. Para sorpresa de todos, semanas después de asumir el cargo se supo que estaba demandado por no pasar pensión de alimentos. Él se limitó a responder que legalmente no estaba obligado a ello por estar desempleado. ¡Un desempleado para manejar las finanzas del país! Luego, propuso una reforma tributaria que, tras entrar en vigencia, la CC declaró que varios de sus artículos eran inconstitucionales. El fracaso fue estruendoso, pues no fue la panacea que vendió. Y no podría ser de otra manera, pues era la reforma fiscal de un perdedor. Al final, renunció “por razones de salud”.
Para sustituirlo, Pérez nombró a María Castro, que para sorpresa de todos, pronto se supo que había figurado entre los mayores compradores de facturas de terceros con el fin de pagar menores impuestos. Una defraudadora elevada a Ministra para que, desde el cargo, coadyuvara a promover la recaudación fiscal. Designó en Salud a Jorge Villavicencio, quien para asumir tuvo que pagar el diez por ciento del monto de las 22 sanciones que le impuso la Contraloría, no precisamente por manejo ejemplar de los fondos. (¡El 90 por ciento se le condonó!) ¡Qué vergüenza nombrar a alguien así!
Pronto vinieron los problemas: por falta de planificación, en los hospitales se agotaron las vacunas contra el neumococo. Pregunto: ¿podría el gerente de la cervecería salir diciendo que paraliza la producción porque, por mala planificación, no se compró a tiempo la cebada necesaria para producirla? Lo echarían a palos por incompetente. Y así debió ocurrir con Villavicencio. Recientemente, se conoció la denuncia de que en Salud se roban el 20 por ciento de medicinas. Mutatis mutandis, ¿eso podría pasar en el Centro Médico o el Herrera Llerandi? ¿Se podrían allí robar el 20 por ciento de los medicamentos?
Por corrupción, se hizo rodar la cabeza del gerente del INDE, pero los delitos se quedaron in pectoredel mandatario, porque nunca dio públicamente detalles de ellos. ¿Omisión de denuncia? Por corrupción masiva, cerró Fonapaz, pero no hubo imputaciones ni siquiera investigaciones del Ministerio Público. ¡La impunidad perfecta! El combate a la corrupción no fue prioritario para la doctora Paz y Paz, como sí lo es para quienes vemos cómo le dan a la piñata pública todos los días para sacarle los dulces.
Los presidentes y su gabinete nos gobiernan con los pies. Por ello, estoy cierto de que si a los altos funcionarios les diéramos empresas prósperas para su administración, y lo hicieran como nos gobiernan, seguro que las llevarían a la quiebra en poco tiempo. ¡Y en la contienda electoral no se vislumbra mejores administradores de la cosa pública!
En esta República Gótica de Guatemala hay demasiados Guasones y casi ningún Batman. Y como aquí todo es al revés, los Guasones son los buenos de la película. ¡Todo esto es del carajo!
Publicado el 21 de mayo de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Gonzalo Asturias http://elperiodico.com.gt/es/20140521/opinion/247797/
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