Terroristas, no “turba”

 

JORGE JACOBS A.

 
 
Los crímenes cometidos por una “turba” el día lunes en Huehuetenango deben ser calificados como lo que son: terrorismo. En cualquier parte del mundo, a un grupo de más de ciento cincuenta personas armadas y con pasamontañas que destruyen instalaciones y atacan a personas se les califica como tales. Estos extremos a que han llegado son una consecuencia lógica de la satanización que algunos grupos han hecho de todo lo que huela a inversión. ¿Qué se podía esperar? ¿Quiénes son ahora los responsables? ¿Van a zafar bulto de su responsabilidad

quienes han soliviantado los ánimos durante tanto tiempo?

Creo importante aclarar que a ese grupo no se les puede ni debe denominar “turba”. Según el DRAE, una turba es una “muchedumbre de gente confusa y desordenada”. El grupo que atacó las instalaciones de la hidroeléctrica el lunes era cualquier cosa menos “gente confusa y desordenada”. El solo hecho de que ocultaran su identidad con pasamontañas demuestra que iban a cometer un crimen con toda la intención y alevosía.

Dicho esto, hay que reconocer que estos crímenes son una consecuencia lógica de años de campañas en contra de la inversión. Durante ya bastantes años, varios grupos se han dedicado a caldear los ánimos de la población en contra de las inversiones. Han utilizado toda clase de mentiras para convencer a los pobladores de áreas remotas del país que se deben oponer a cualquier inversión que se intente realizar cercana a sus poblaciones. Dicen preocuparse por los pobres, pero más pareciera que les preocupa que dejen de serlo y que ellos se queden sin el rentable negocio del “combate a la pobreza” que les trae muchos réditos y financiamiento internacional. En particular han designado como objetivos a atacar las inversiones en hidroeléctricas, minería y monocultivos.

Y dentro de estos grupos hay de todo, desde quienes dicen hacerlo para conservar el medio ambiente, pasando por quienes lo utilizan para mantener y avivar los conflictos con fines ideológicos —y financieros—, hasta quienes utilizan los conflictos como pantalla para mantener alejada “la civilización” de territorios en los cuales cometen toda clase de crímenes, desde robo de energía hasta el trasiego de drogas y personas.

A eso hay que añadir la complicidad —por comisión u omisión— de las autoridades que han dejado que muchos de estos grupos cometan delitos y crímenes sin impedirlo; en algunos casos incluso defendiéndolos —¿recuerdan la orden de captura contra dirigentes del CUC que la misma Claudia Paz y Paz presionó para que se retirara?—.

Era de esperarse que todo esto convergiera finalmente en grupos que se escudan en la “protesta social” para cometer crímenes. O, peor aún, los cometen con el fin específico de ahuyentar la inversión y mantener a los pobres muy pobres, susceptibles de ser manipulados por ellos para proteger sus intereses.

Es hora de que las autoridades cumplan su deber y persigan a quienes cometen estos crímenes. Y que no salgan con que queremos “criminalizar la protesta social”, ya que una cosa es manifestar y otra muy distinta es cometer delitos y crímenes.

Publicado el 08 de mayo de 2014 en www.prensalibre.com 
http://www.prensalibre.com/opinion/Terroristas-turba_0_1134486552.html

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