Patético Nepotismo

El nepotismo es el favor o protección de que disfrutan los parientes, amigos y recomendados de los políticos que ocupan o se sirven de los cargos públicos. 

En nuestro país este mal está profundamente enraizado e, indudablemente, es causa o motivo de muchos de los problemas que aquejan al sector público, porque por lo general los parientes, recomendados y amigos de los funcionarios se valen de la influencia o de la intervención directa de los mismos para obtener prerrogativas, privilegios, prebendas, empleos y demás, lo que redunda en corrupción y abuso de poder.

Bajo el nepotismo, lo que impera son los vínculos de sangre, de afinidad o de amistad, y no el mérito, la excelencia y la honorabilidad. Por consiguiente, quienes obtienen los negocios, los puestos y las ventajas no son los que tienen la capacidad, la experiencia, la aptitud, el talento y el conocimiento, sino los que tienen el privilegio de ser parientes, recomendados o amigos del político influyente o con poder.

Vemos, entonces, cómo los cónyuges, los hijos, los hermanos, los padres, los primos, los tíos, los sobrinos, los hijos putativos, los hijastros, los ahijados, los cuates, los financistas, etcétera, de los políticos que acceden al poder público, son los primeros en ocupar cargos importantes, en obtener jugosos contratos y concesiones, en participar de oscuras y amañadas negociaciones y en tener acceso a información privilegiada que les permite lucrar con ventaja.

Muchos “clanes” se entronizan en el seno de los mismos partidos políticos, dado el sistema político antidemocrático con el que contamos, se distribuyen entre los miembros del clan las candidaturas que tienen mejores opciones electorales y cuando llegan al poder se reparten lo mejor del pastel o los mejores huesos.

 El objetivo de estos “clanes” es la rapiña y la piñata a costa de la cosa pública. Buscan sacar raja y enriquecerse al máximo y en el menor tiempo posible. Les vale un comino el interés general y el bien común. Solo les importa llenarse los bolsillos.

En fin, caen como plaga sobre las arcas nacionales y, en menos de lo que canta un gallo, levantan el vuelo después de hartarse y dejar en trozos el erario.

Al que los denuncia o adversa lo denigran, lo intimidan, lo bloquean, lo atacan, lo destierran o lo destruyen, a él o a su familia. Utilizan el antejuicio como licencia para delinquir o como escudo para mantenerse impunes. Compran voluntades y votos.

Publicado el 21 de marzo de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Editorial El Periódico
http://www.elperiodico.com.gt/es/20140321/opinion/244575/

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