Luego de un tormentoso escrutinio de actas, Salvador Sánchez Cerén, candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), recién fue declarado ganador en El Salvador. La elección más cerrada de los últimos tiempos se convierte ahora en un caso más para estudiar la pesadilla del divisionismo en el sistema democrático. Y vaya si no. De un universo de 3 millones de votantes, tan solo 6 mil 600 votos inclinaron la balanza a favor del candidato del Frente.
Si bien el principio democrático del “50 + 1” sustenta la reelección del FMLN, la realidad es que Sánchez Cerén enfrenta la faena de gobernar un país fracturado. En lo geográfico, el divisionismo es entre un centro citadino y la periferia. Mientras Arena resultó ganador en cascos urbanos como San Salvador, Cuscatlán, La Libertad y Santa Ana, el FMLN obtuvo la victoria en departamentos rurales como San Miguel, Morazán, Usulután y Sonsonate. En lo socioeconómico, las divisiones también se manifestaron. En aquellos centros de votación ubicados en zonas populares, la presencia masiva de las mareas rojas del Frente era notable. Mientras que Arena apalancó su caudal en votantes de clase media y media-alta.
En estas condiciones, a Sánchez Cerén bien le valdría aprender de la experiencia venezolana. En un contexto marcado por la división social y la polarización, profundizar el reformismo o radicalizar el discurso son invitaciones para que se agudicen las tensiones y que prolifere el conflicto. Por el contrario, dado que el resultado también mostró el descontento de una mitad del electorado con el Frente, el sostenimiento del orden político pasará por atender los temas que afectan a las capas medias. La seguridad urbana, el desempeño económico y el respeto por los balances institucionales serán ahora los ejes sobre los cuales descansará la estabilidad del régimen.
Para Arena los retos son otros. Los resultados de las elecciones legislativas 2012 y de la primera vuelta de febrero, mostraron el descontento de un importante segmento urbano con la dirigencia arenera. Dicho segmento, compuesto por jóvenes, estudiantes y profesionales se volcó a apoyar a Norman Quijano en segunda vuelta, más por rechazo al Frente y su vinculación con el chavismo, que por vocación pura. Encendidos por la campaña de una nueva generación de líderes políticos –el “Grupo de los 300”–, el voto conservador salvadoreño pide a gritos un recambio de liderazgos. Propiciar esa circulación de elites es la carta que le queda por jugar a Arena.
Para ambos partidos, la siguiente cita electoral ocurrirá en los comicios legislativos de marzo 2015. Para entonces, el resultado electoral dependerá de la capacidad del FMLN de sostener la gobernabilidad y atender los temas que afectan a aquellos sectores que no constituyen su base política. Mientras tanto, Arena aspirará a recapturar a un votante que lentamente se le aleja.
Publicado el 18 de marzo de 2014 en www.elperiodico.com.gt por Phillip Chicola http://www.elperiodico.com.gt/es/20140318/opinion/244381/
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