Nuevo desafío a la seguridad

La violencia imperante en el país no da tregua, y aunque por momentos se tuviera la impresión de que la capacidad de asombro se ha desvanecido, la magnitud y circunstancias de los crímenes llevan el horror a nuevos umbrales, pues se producen muertes violentas con tanta frialdad y bajo un manto de impunidad que nadie parece controlar ni por asomo, como ocurrió el martes recién pasado en la autopista de Palín, Escuintla, donde fueron hallados seis cadáveres dentro de un vehículo.

Este se supone que es un tramo controlado y no una ruta cualquiera como para que ocurra una masacre de estas proporciones, sin que importen ya cuáles hayan sido las razones de los hechores para cometer un crimen tan atroz, pues lo más preocupante es que se sigan registrando tales ejecuciones sin que exista la menor pista sobre los autores. Resulta inconcebible que sean estranguladas tantas personas y otra sea asesinada de un balazo en la cabeza y nadie se dé cuenta sino hasta pasado tanto tiempo.

Se suman ya demasiadas incongruencias o ineficiencias en esa labor de vigilancia, y para triste ejemplo se puede citar otro caso, ocurrido la semana anterior, en el bulevar El Pedregal, zona 4 de Mixco, cuando desconocidos bajaron a un hombre de un vehículo y lo ejecutaron, mientras en los alrededores del cerro El Naranjo fuerzas combinadas de la Policía, el Ejército y la PMT mixqueña se dedicaban a parar vehículos al azar, sin percatarse de lo que ocurría en su demarcación.

Si bien es cierto que en la masacre de Escuintla todo apunta a un ajuste de cuentas entre bandas de narcotraficantes, también se evidencia una deficiente labor de investigación y comunicación, pues ya prácticamente forma parte del argot de las autoridades atribuir aceleradamente estos hechos a la misma causa, pero al final no se combaten de manera eficiente tales ilícitos.

Precisamente, hace dos días, un informe de la Organización de Naciones Unidas daba cuenta de que la disputa entre bandas del narcotráfico por controlar territorios en Centroamérica hacía avizorar una indeseable escalada de violencia, como se puede constatar con esta nueva matanza, y la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, responsable del documento, ponía especial énfasis en que Guatemala y Honduras serían los escenarios previsibles de esta mortífera batalla.

Si bien es cierto que estos países acarrean el infortunio de ocupar una posición geográfica privilegiada, por estar en la ruta de proveedores y consumidores de drogas, la situación se termina de complicar debido a que los planes de prevención todavía son incipientes y la tan anunciada adición de tecnología para la detección de ilícitos pareciera no rendir los resultados necesarios.

Por otra parte, los acomodos previsibles tras la captura de capos del narcotráfico no se toman con la seriedad debida que permita trazar escenarios más certeros para reducirles espacios, lo cual también debe ser extensivo a los campos de capitalización y lavado de efectivo, que a su vez representarán una forma de asfixiar a tan nocivas organizaciones.

Publicado el 06 de marzo de 2014 en www.prensalibre.com por Editorial Prensa Libre
http://www.prensalibre.com/opinion/Nuevo-desafio-seguridad_0_1096690340.html

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