Pintando piedras

De pequeños nos conta-ban que en las bases del arcoíris se encontraba un tesoro, y lógicamente muchos ilusos trataron de alcanzarlas para desenterrar aquella maravilla, pero a medida que se caminaba hacia el fenómeno multicolor, este se alejaba y venía la frustración. Hoy la oferta electoral multicolor en la que ofrecen cosas parecidas a tesoros vemos que se aleja y sencillamente desaparecerá, para dar paso a la continuación de un modelo que está agotado.

De pequeños nos conta-ban que en las bases del arcoíris se encontraba un tesoro, y lógicamente muchos ilusos trataron de alcanzarlas para desenterrar aquella maravilla, pero a medida que se caminaba hacia el fenómeno multicolor, este se alejaba y venía la frustración. Hoy la oferta electoral multicolor en la que ofrecen cosas parecidas a tesoros vemos que se aleja y sencillamente desaparecerá, para dar paso a la continuación de un modelo que está agotado.

Después de hacer una investigación de cómo son las campañas políticas en otros países, donde no se llena de basura el entorno, nos damos cuenta de que aquí lo que se pretende es tratar de fijar en la mente de los electores rostros y símbolos queriendo emular el reflejo condicionado de Pavlov en los animales. En aquellos países es sencillamente prohibido manchar o poner un rótulo en la ciudad. No nos imaginamos las fotos de los candidatos en la Plaza de España en Roma, o en la Plaza de las Cibeles, en Madrid, ni en el Zócalo de México, pero aquí se ensucia la ciudad, las carreteras, las casas y edificios. Los rótulos de campaña bloquean la visibilidad de los conductores, pues ocupan arriates, banquetas, plazas y jardines.

Realmente, al igual que muchos contaminantes a los que todo el mundo ignora, entre ellos la contaminación visual que genera, la campaña política es de mal gusto y realmente creo que es innecesaria, quizás solo impacte a algunos que se van por una cara bonita —¿Hay alguna?— o un rostro de su buen o mal gusto, pero no creo que la mayoría se deje influenciar por quien pone más o menos vallas publicitarias ni por su linda cara. Y la realidad es que no es solo contaminación visual; se mancha, se ensucia y pintarrajea todo lo que esté a su alcance.

El daño ecológico de la campaña debería ser recompensado con parte de la famosa deuda política, cuyo pago debería de condicionarse a la limpia de toda la propaganda, además de retirar vallas y afiches, retirar la pintura y las papeletas pegadas a árboles y piedras. Dejar todo como estaba antes. Recientemente caminamos al occidente del país, y es una vergüenza cómo nuestro bello paisaje ha sido seriamente dañado por los candidatos, quienes dicen dentro de sus planes apoyar el medioambiente.

Nos hacemos dos preguntas: ¿Las municipalidades cobran por el uso de las áreas públicas a los partidos políticos? ¿Para ensuciar de esta manera se saca una licencia en el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales? Si es así¿Cuánto cobran? El valor de los daños es incalculable.

En otros países se mandan por correo, a las casas, resúmenes de planes de gobierno; el tiempo en medios televisivos y radiales está restringido, por respeto al ciudadano.

En algunos países los partidos políticos se involucran en obras para beneficio de la comunidad, que les da una buena imagen, pero aquí, por el contrario, están dañando a la comunidad.

Qué bueno sería que esos millones de campaña fueran para reparar un puente, equipar un hospital; algo permanente, no solo regalar cosas temporales.

Qué podemos esperar si a cambio de gastar el dinero en asesores calificados para hacer un buen plan de gobierno se gastan el dinero en vallas y en pintar piedras.

Publicado el 20 de agosto de 2011 en www.prensalibre.com por Humberto Preti
http://www.prensalibre.com/opinion/Pintando-piedras_0_539346125.html

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