¿Estado de salud?

¿Cómo contrasta nuestra esperanza de vida al nacer con la de otras naciones? ¿Cuántas comunidades aún no tienen acceso a agua potable, alcantarillado y eliminación de excretas? ¿Cómo se comporta la natalidad? ¿Qué porcentaje de la población enfrenta problemas de desnutrición? ¿Cuál es el gasto público en salud? ¿Cuál es la cobertura de inmunización?

¿Cuántos partos son atendidos por personal calificado? ¿Qué mortalidad materno-infantil hay? ¿Cuál es la incidencia de enfermedades? Las respuestas a estas y a otras preguntas ayudan a establecer los indicadores básicos de salud de un país. La boleta de calificaciones de Guatemala evidencia que el derecho a la salud no es materia resuelta y que todavía no se garantiza el goce de la salud a todos los habitantes. Guatemala muestra una de las esperanzas de vida más bajas de la región, la tasa de mortalidad infantil más alta de Centroamérica, una gran prevalencia de desnutrición crónica y una de las tasas de fertilidad más altas del continente. No hemos logrado que los miles de niños que nacen cada año tengan acceso a condiciones mínimas que garanticen su bienestar y sobrevivencia. Demasiados de ellos llegan a familias en condiciones precarias. A este panorama, debemos sumar los indicadores de pobreza, educación, seguridad alimentaria y saneamiento ambiental, los cuales guardan una estrecha relación con la salud de la población y colocan una mayor presión sobre la misma.

Esta semana terminó la visita del relator especial sobre Derecho a la Salud, Anand Grover, quien manifestó su alarma por la situación encontrada. El diagnóstico resalta aspectos estructurales, la desigualdad en el acceso a los servicios de salud y grandes limitaciones presupuestarias, entre otros aspectos. El informe del funcionario internacional no nos toma por sorpresa. La brecha para lograr que todos los guatemaltecos gocen de salud es muy grande. Hay grandes disparidades entre las áreas urbanas y rurales y entre grupos de población. Obviamente, se requieren muchos más recursos, pero también deben buscarse estrategias de mayor costo-beneficio. Coincidentemente, esta semana vi un análisis de Paul Darin, de la escuela de medicina de la Universidad de Stanford, sobre el sistema de salud cubano (http://med.stanford.edu/121/2010/drain.html?cmpid=main). Según el experto, aunque muchos aspectos de la situación de la isla son cuestionados y debatidos acaloradamente, Cuba ha provisto a toda su población de servicios básicos de salud, de manera efectiva y a bajo costo. Ha logrado estándares de salud del primer mundo con el presupuesto de un país en vías de desarrollo. En Guatemala debemos invertir más, pero también hacer más eficiente el gasto público. Debemos buscar formas innovadoras para cerrar la brecha existente.

Publicado el 21 de mayo de 2010 en www.elperiodico.com.gt por Roberto Moreno Godoy
http://www.elperiodico.com.gt/es/20100521/opinion/152741/

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